¿Qué necesitamos hacer como sociedad y como ciudadanos para transformar el estado de cosas que se ha detonado, propiciado o agravado por la violencia narca? Al estar preparando la elaboración de este texto para intentar formular respuestas a tan preocupante interrogante, aconteció un hecho que reaviva la discusión sobre el tema y subraya la necesidad de fundamentar, con seriedad, tanto el diagnóstico como las propuestas y vías de solución, evitando el protagonismo irresponsable, que tiende a confundir, distorsionar y hasta frivolizar el tema en comento.
Hace varios días, en un evento realizado en Cd. Obregón, Son. como parte de la Estrategia Nacional de Lectura, la C. Beatriz Gutiérrez Müller invitó a los criminales a tomar un libro y dejar de hacer lo que hacen, argumentando que leer es el arma más poderosa que tiene una nación para vivir en paz.
Ciertamente, convocar a instruirnos para impulsar el conocimiento y alejarnos de la ignorancia es sumamente importante y loable para una nación como la nuestra, en la cual, de acuerdo a datos de la OCDE y de la UNESCO, hasta antes de la pandemia y de la aplicación de medidas sanitarias como el confinamiento, que probablemente provocaron cambios en el tema, ocupaba el lugar 107 de 108 países con hábito de lectura; asimismo, en tanto que en Canadá el promedio de libros leídos por persona era de 17.5, en nuestro país sólo se leían 2.9 libros al año!!!.
Pero de ahí a considerar que la redención de los delincuentes y la eliminación de la violencia en el país se encuentra en impulsar el hábito de la lectura, bajo el paradigma o lema de ¡librazos no balazos! es un planteamiento sumamente descabellado por decir lo menos, y puede ser considerado hasta perverso y cínico al haber sido pronunciado en un estado como Sonora, en donde en los últimos años se han efectuado cruentas masacres, como la acontecida en noviembre de 2019 a integrantes de la familia Le Baron, cuando 17 miembros de dicha familia, 3 mujeres adultas y 14 menores de edad, fueron atacados por un comando armado, matando a 9 de ellos e hiriendo a los restantes.
La estrategia de impulso a la lectura, a las artes, las ciencias y el deporte, como política pública con recursos, programas e infraestructura en zonas de conflicto para restaurar el tejido social y como una medida que contribuye de forma significativa a la vigencia de la cultura de la legalidad y a la prevención de adicciones, ha dado resultado exitosos al garantizar el involucramiento de la sociedad en su gestión, y puede servir como una de las propuestas más importante para enfrentar la violencia narca desde lo local. Ello requiere compromiso individual y establecimiento de alianzas y sinergias entre ciudadanas y ciudadanos, organizaciones, comunidades, iglesias, partidos, escuelas.
Asimismo necesitamos pasar de la plática anual o semestral que se lleva a cabo, como una rutina más, en las instituciones educativas de diversos niveles, (que también sirve) para impulsar en cambio estrategias amplias e integrales que permitan conocer y apoyar a los adolescentes y jóvenes desde el núcleo familiar y en sus círculos escolares y recreativos, para incentivar y desarrollar capacidades individuales y sociales con las que se detecte, comprenda y atienda desde tales ámbitos, todo tipo de trastorno obsesivo compulsivo, para evitar, en lo posible, el establecimiento de dependencias con las sustancias psicoactivas y contribuyendo, de esta forma a desempoderar al dealer.
Asumamos nuestra responsabilidad ciudadana y exijamos la correspondiente a las autoridades, a los legisladores y a los partidos, porque al parecer ellos tienen otros datos u otra percepción de la realidad. Mientras que a la prevención y atención contra las adicciones se le asignaron recursos para el año 2022 por alrededor de 1 mil 465 millones de pesos, a Defensa/Marina/Seguridad Pública se destinarán alrededor de 235 mil millones de pesos.
