Hace días me estremecí al ser enterado de que en Metepec, Edo. de Méx. se suspendió la feria anual y los eventos artísticos que estaban programados, ante la amenaza de la Familia Michoacana, la cual advirtió en narcomantas y con un lenguaje atento y comedido (decencia macabra), la prohibición a participar a las agrupaciones musicales y a los cantantes que habían sido previamente contratados, debido a que Metepec es una plaza que les pertenece, por lo que había que respetarla y ellos a cambio respetarían sus vidas.
¿Y sabe usted qué hicieron las autoridades federales, estatales y municipales? NADA!!!.
En el colmo del absurdo, o de la ¿corrupción criminal? a 500 metros del recinto ferial se ubica un cuartel de la Guardia Nacional.
Los empresarios y comerciantes con negocios y actividades en la feria, esperaban reactivar la economía después de año y medio de pandemia y confinamiento, y apoyar así el sustento de más de 5 mil familias mexiquenses, que tendrán ahora que enfrentar por su cuenta esta cruel (porque decir adversa o difícil me parece hasta suave) circunstancia, sobre todo si forman parte de ese sector de la sociedad calificado por el gobierno como aspiracionista y egoísta que es la clase media.
Pero el suceso anterior no es un hecho aislado o poco frecuente. Ahora forma parte de la vida cotidiana en casi todo el país, ante el fracaso de las políticas de seguridad y la incapacidad institucional y la impotencia ciudadana para enfrentar, contener o atenuar esta dinámica criminal que, como el suceso citado, impacta de forma profunda a la sociedad, tanto en el ámbito de la economía como en la política local y algo igual o más grave, en el tejido social y comunitario.
Y así en el norte como en el sur, o del oriente al poniente, y, ante tanta desventura me pregunto: ¿Cuándo y cómo se trastocó la gobernanza de amplias porciones del país? ¿Cómo se introdujo y enraizó el narco en la vida social, económica y política de varios Estados, Municipios, regiones y comunidades? Y ¿Qué necesitamos hacer como sociedad y como ciudadanos para transformar este estado de cosas?
En este texto trataré de avanzar en la formulación de algunas respuestas a la primera pregunta.
A lo largo de casi todo el siglo pasado, la gobernanza territorial nunca estuvo en nuestras manos ni tampoco era de corte democrático; permaneció durante décadas bajo el control de un gobierno autoritario y centralizador que interactuaba con las organizaciones criminales dedicadas al narco, ejerciendo y manteniendo el poder sobre el mercado y sus actividades, y obteniendo a cambio resultados sumamente estratégicos y valiosos como apoyo clientelar y una jugosa renta.
Esta forma de dominación se trastocó o mostró serias dificultades para seguir funcionando, al conjuntarse en el tiempo varios hechos de gran trascendencia:
– La intensificación del consumo de drogas en el mercado mexicano, y pasar de la prevalencia de la mariguana a la presencia de la cocaína, la heroína, el crack y las metanfetaminas.
– La fractura de la Federación (encabezada por el Cartel de Guadalajara y Miguel Ángel Félix Gallardo, el Jefe de Jefes) y su declive como único o principal interlocutor de los narcos con el gobierno federal, ante la emergencia de nuevas narco organizaciones de enorme poder económico y político como el Cartel de Sinaloa, el del Golfo y los Zetas.
– La transición a la democracia en nuestro país, que abrió las puertas a la alternancia y a la pluralidad política en los tres órdenes de gobierno, desplazando al partido político que había monopolizado el poder y la interlocución e interacción con el narco, como parte de su perfil clientelar y de su esquema de dominación.
(Continuará)