Gobernar es un arte complejo con una sola certidumbre: siempre habrá inconformes. Pero, a dos años de un mandato electoral sin antecedente histórico en nuestro país, es posible intentar un balance mínimo de lo que, a juicio de este tecleador, hay de bueno y de malo hasta este momento en la gestión federal. En esta ocasión no echaré mano de estudios de opinión u otras herramientas tradicionales del análisis político con el fin de presentar una visión orgánica, un “microbalance”.
Lo bueno: los grandes inversionistas se han puesto al corriente de sus impuestos. Si bien el argumento de que antes había quitas y negociación (legal), los montos recuperados por el SAT son muy superiores a lo que presuntamente dejaban en sueldos y empleos esos deudores.
La inversión en caminos rurales, en especial en zonas indígenas, es otro acierto que busca conectar a esas comunidades con el México moderno.
Los recortes a los estados van a obligar a las entidades federativas a asumir una mayoría de edad y desarrollar sus propios sistemas fiscales para compensar. Es una situación de consecuencias no intencionadas en donde el ganador será el propio pacto federal, a largo plazo.
Sin opinar sobre el fondo del asunto, la maniobra diplomática mexicana para regresar al ex titular de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos, es un éxito frente a Estados Unidos no visto en décadas. Esperemos haya sido para bien tan pulcra ejecución.
Lo malo: la constante satanización de medios de comunicación, y comunicadores en particular, en un país con altísimas tasas de asesinatos de periodistas. En la comunicación política el contraste es siempre obligado, pero no hay necesidad de llevarlo a tales extremos.
La percepción de que militarizar es sinónimo de moralizar, le quita incentivo al desarrollo de las instituciones del Estado Mexicano. Es posible desarrollar en las instituciones civiles el sentido del deber patriótico de nuestras fuerzas armadas, a largo plazo.
Los recortes a los servidores públicos y la limitada inversión pública le han pegado al comercio y no sólo de grandes almacenes y centros comerciales, también a las PYMES. Es un hecho que, a menor cantidad de dinero en el bolsillo de las personas, menor será su consumo así sea de golosinas en la tiendita de la esquina. Es una lección que la izquierda recalcitrante ya no podrá desestimar.
La seguridad pública se mantiene como la prioridad ciudadana con menores resultados. Parte del problema se viene arrastrando desde hace décadas: en su momento se rechazaron los esquemas de mando único policial en las entidades federativas y a partir de este sexenio la militarización ha sido total, sin que a la fecha el ciudadano promedio pueda argüir avances.
Aún faltan cuatro años de gestión y las secuelas sociales y económicas de la pandemia de Covid-19 nos afectarán a lo largo de la próxima década. No todo se acaba en 2024 y lo iniciado en 2018 va por un camino pedregoso. Pero sin importar nuestra ubicación individual dentro del gráfico de Nolan (famosa cuadrícula de posiciones políticas), el destino de México se construye con el empeño y decisión de todos y cada uno de los mexicanos y mexicanas.
Juzgue usted
