Tal y como ha ocurrido con cintas previas, Del Toro, en compañía de la leyenda del Stop motion Mark Gustafson, exploran el hoyo negro de la voluntad.
Después de décadas planeándolo, Guillermo del Toro por fin consigue hacer su propia versión del cuento de Carlo Collodi, la obra marca su debut como director en el cine de animación, bajo la técnica de stop motion consiguiendo una artesanía visual con vida propia.
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El tapatío se pone oscuro, existencialista, musical y muy emotivo sin perder los elementos que han marcado su obra con Pinocchio de Guillermo del Toro.
Ambientada en Italia durante la década de 1930, un panorama en el que difícilmente se podría hallar magia y fantasía, debido al fascismo, en donde la crueldad institucional se alimenta de los indefensos, en donde se desarrolla esta historia.
En medio de este marco, Gepetto, un hombre con un dolor atravesado en el alma, el cual parece imposible de sopesar, es donde su soledad y su deseo de antaño consiguen que una marioneta de madera cobre vida, la cual será guiada por los consejos, permeados por cierto egocentrismo, de Sebastián el grillo.
Bautizado como Pinochio, el muñeco de madera, pone el mundo de Gepetto patas pa’ arriba y juntos emprenden lecciones de vida, así como enjuiciamientos de la misma, en medio de aventuras llenas de magia, fantasía y también oscuridad.
Tal y como ha ocurrido con cintas previas, Del Toro, en compañía de la leyenda del Stop motion Mark Gustafson, exploran el hoyo negro de la voluntad detonado por un sistema social y político como el fascismo y los cuestionamientos que surgen en torno al mismo, dada su crueldad, los cuales son cuestionado por Pinochio, cuando todos los demás sólo se ocupan de acatar la ley, uno de los momentos cumbres de ello es un número musical dedicado a Mussolini.
En el terreno emotivo, la fantasía es un buen vehículo para hablar de la condición humana y todo aquello que lo conforma, entre los temas profundos que sobresalen está la relación de padres e hijos, el cómo se nutre la misma y los errores que pueden surgir en el camino, los cuales son parte de la vida misma y las que nos forjan como personas; el tema debe estar más que vivido para el tapatío, pues en el proceso de esta cinta trascendió su padre en 2018 y su madre en octubre de este año, estos hechos podrían ser aún más conmovedores y entrañables de lo que en sí ya son . Asimismo, se asoman tópicos como la reencarnación, las misiones en la vida, la reconciliación con uno mismo, entre muchas otras.
Un diseño de producción cuidado meticulosamente y números musicales, que no empalagan e incluso hacen mofa de lo pesados que suelen ser muchas veces, además de diálogos que invitan a la reflexión son algunos accesorios con los que Guillermo del Toro cumple un sueño que tardó en levantar durante varios años.
Las obsesiones de Guillermo como los insectos, las hadas, la niñez, la fantasía, personajes que no están saneados, es decir que son complejos, vuelven a estar presentes en su obra, consiguiendo una estrella más para dignificar el terreno de la fantasía, ahora haciéndose acompañar por la animación, como dice una frase del file “Uno recibe lo que da” y este trabajo merece todo el amor y apoyo.
La cinta se estrena en unas cuantas salas de cine, incluida la Cineteca, en donde se lleva a cabo una exposición con maquetas y marionetas utilizadas en la cinta, la cual es totalmente gratuita. El estreno de la cinta en la plataforma Netflix es el 8 de diciembre, pero vale la pena verla en el lienzo de la pantalla grande.
