El 8 de junio pasado celebramos el día internacional de los océanos y con ello en mente quisiera preguntar, ¿qué sabemos del mar?, ¿qué significados tiene el mar en nuestras vidas? y ¿qué papel juega el mar en nuestro futuro? Todas y todos tenemos historias personales con la mar océano, como se decía antiguamente, para algunos el mar significa tiempo de recreo y esparcimiento, para otros un proyecto de vida, para otros un elemento determinante de sus identidades culturales aunque no se sumerjan en él. El mar ha tocado los corazones de tantos pueblos y les ha hecho soñar y hacer proezas que parecían imposibles, sin el mar perderíamos una de las experiencias más entrañables de la humanidad.

Los océanos representan el 71% de la superficie terrestre y el 97% del agua del planeta, la lluvia, el clima, las costas, gran parte de nuestros alimentos e incluso el aire que respiramos provienen y son regulados directa o indirectamente por ellos.^[1] La actividad humana que ha desatado el cambio climático ha alterado substancialmente al mar y nuestra relación con él, pues está aumentando su nivel, se está calentando y acidificando dramáticamente y la biodiversidad que habita en él está colapsando.

En este contexto de crisis y oportunidad es que quiero hablar del Corredor Arrecifal del Suroeste del Golfo de México como ejemplo de miopía y de esperanza, y es que este corredor del que hasta ahora se han descubierto 600 km, de la laguna de Tamiahua al río Agua Dulce frente a la costa veracruzana, es un espacio que no figura en la cartografía oficial. Gracias al trabajo colaborativo entre pescadores, científicos y organizaciones de la sociedad civil, en los últimos años se han logrado aumentar de 80 a 110 los arrecifes documentados, entre arrecifes rocosos, rocosos coralinos y coralinos, el 15% del total de arrecifes a nivel nacional se encuentran en este corredor y poseen una diversidad biológica asombrosa.

Este corredor ecológico forjó las identidades de muchos pueblos y comunidades en lo que hoy es Veracruz, la relación que se construyó tiene múltiples dimensiones, una de ellas la utilitaria y donde la gastronomía y los empleos que genera la actividad pesquera son más que evidentes, y la otra, hace referencia a lo espiritual, a lo que no se puede tocar, aquí este mar torna en música, fiesta y creencias, como la tradicional fiesta patronal de La Candelaria en Tlacotalpan.^[2]

Pero este corredor arrecifal poco interés le ha generado al Estado mexicano, para nuestras autoridades el Golfo de México es un espacio sacrificado, pues aquí, en este entrañable lugar, el Gobierno Federal decidió unilateralmente y bajo la bandera del progreso, destruir este patrimonio biocultural para edificar su corazón energético y es que el gobierno hace mucho tiempo decidió que el Golfo de México serviría para extraer y explotar petróleo y gas. Visión y compromiso que ha sido ratificado por la actual administración federal en contravención de las obligaciones de México establecidas en el Acuerdo de París y la Ley General de Cambio Climático, por mencionar algunos ordenamientos.

El actual Gobierno Federal ha relegado los temas ambientales como el caso del Corredor Arrecifal enseña, ¿cómo cumplir con el sueño y obligación compartida por toda la humanidad de limitar el calentamiento mundial debajo de 2, preferiblemente a 1,5 grados centígrados, si preferimos el oro negro, al mar? Tristemente en el planeta son muchos los gobiernos que han dado la espalda al mar y a sus pueblos, siendo que los cambios sustantivos se requieren para el 2030.

Cuando la esperanza parece zozobrar porque los periódicos dan cuenta de huracanes más violentos, de un sargazo que se expande por los mares sin parar, del blanqueamiento de los corales, o de que las pesquerías se reducen a niveles nunca antes vistos, recuerdo con gusto, las experiencias locales, donde las cooperativas de pescadores en Baja California Sur, Quintana Roo y ahora en Veracruz, en alianza con algunos restauranteros, establecen acuerdos que cuidan del mar y de las personas al tiempo que honran nuestras tradiciones culinarias a través de la pesca sostenible. En estos andares aprendí del chef Erick Guerrero que la revolución que necesitamos está siendo fraguada desde las cocinas.

El calentamiento del mar y su acidificación son una especie de nuevo Moby Dick que ha atacado al barco del paradigma moderno, para hacernos ver que si insistimos en navegar en aquel bajel nos iremos a pique más temprano que tarde. Cambiemos nosotras, cambiemos nosotros. Empecemos por informarnos y compartir información oportuna y pertinente sobre los mares, disfrutemos de las playas y de la literatura marina, aprendamos versos y décimas sobre el mar, hagamos esta revolución y cuidado de la Casa Común desde nuestras cocinas. El mar es el corazón del mundo.

Termino con unos versos de El Balajú:

Iza marinero iza,

iza para el barlovento,

yo también fui marinero

y navegué contra el viento.

Colaboró María Isabel Noriega Armella.

^[1] Véase el Special Report on the Ocean and Cryosphere in a Changing Climate, disponible en https://www.ipcc.ch/srocc/chapter/summary-for-policymakers/

^[2] Para conocer más del Corredor Arrecifal del Suroeste del Golfo de México véase el nuevo número del Jarocho Cuántico, disponible en https://www.cemda.org.mx/wp-content/uploads/2021/06/Jarocho-21-WEB.pdf