Baz Luhrmann, cineasta reconocido por cintas como ‘Moulin Rouge’ o ‘Romeo y Julieta’, que de hecho tuco secuencias rodadas en México, de nueva cuenta regresa recargado, excesivo y frenético con Elvis.
Explorando los puntos álgidos y algunas viñetas de la vida del ‘Rey del rock’, Elvis Presley, la cinta comienza a ser contada en voz de quien fungió como su manager y tirano, el Coronel Tom Parker, en un estilo que podría evocar a filmes de súper héroes, convirtiendo a Parker en el villano y alejando a Tom Hanks de los papeles de bonachón que han regido su carrera, y al que los prostéticos le ayudan para tejer a un papel abominable, pero encantador, convenenciero pero con genialidad, como se puede ver a lo largo de la historia.
Te puede interesar: Thor: Amor y trueno
Siendo un gran fan de Elvis, y contando con algunas pláticas con Lisa Marie Presley para la elaboración de este filme, que tomó tres años, Luhrman escoge a Austin Butler para que cargue en sus hombros la figura de Elvis, asomándose a la estrella del rock, pero también al mito, a la leyenda, al hombre y a las complejidades que se enfrentó a lo largo de su vida, siendo su estancia en Las Vegas lo más complejo de su existencia. Asimismo, se recalca su importancia en la cultura pop y el peso social que tuvo en su momento, sobre todo al ser censurado por los grupos conservadores. Todas estas tesituras, Butler, las asume con aplomo y sin duda alguna estará compitiendo por los premios, incluido el Oscar, aunque aún falta un largo camino para ello.
Como se puede ver en los avances, la emoción del filme comienza a ebullir cuando el cantante se da a conocer como ‘Elvis la pelvis’, con aquellos movimientos candentes y a voz profunda lo convirtieron en el deseo de todas las jovencitas pudorosas, que luego de verlo pasaron del recato al deseo; de la compostura al grito estruendoso y lascivo, como este hay muchos momentos icónicos.
Con transiciones y un estilo visual que lo han caracterizado, Luhrman no da ninguna concesión, sin embargo no presenta una biopic tradicional y tampoco es un musical en forma. El cineasta, con su estilo peculiar, labra una cinta con una estética recargada, con una cámara que nunca se está quieta y a ratos llega a saturar de información, pero consigue una identidad propia. La edición, el diseño de producción y sobre todo la música son aliados de este filme.
Tal vez, como mexicanos, nos hubiera gustado un poco de la relación que el cantante tuvo con México, por ejemplo la cinta Fiesta en Acapulco con la mexicana Elsa Cárdenas, que irónicamente no se filmó en dicho lugar; la relación y amistad que tuvo con Dolores del Río y Katy Jurado, la grabación del tema en inglés de ‘Somos novios’ (It’s impossible) de Armando Manzanero, sin embargo sí resalta un aspecto mexicano en una de las indumentarias que el Rey usa en una de sus presentaciones, pueden poner atención ahí.
A lo largo de 2 horas y 39 minutos la cinta ofrece una mirada a lo que hubo detrás de una estrella que sigue brillando, y aunque el legado fílmico de Elvis fue pobre, su cinta resulta ser un festín de color, música en medio de una narrativa frenética.
