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Convivencia y seguridad, pilares para crear espacios libres y seguros para la comunidad LGBTIQ+

por | May 25, 2023


De acuerdo con Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y Género del 2021, existen 4.6 millones de personas pertenecientes a la comunidad LGBTQ+. Y 909 mil personas que se identifica con un género distinto al cis.

En un contexto en el que se han logrado avances en la lucha por los derechos de la comunidad LGBTIQ+, todavía existen desafíos significativos por enfrentar, según el movimiento Safe Zone, dedicado a la construcción de espacios seguros e inclusivos. Uno de los principales desafíos radica en la generación de entornos sanos, seguros y confiables para la comunidad.

Gabriela Valenzuela, fundadora de Safe Zone, afirma: «Todas las personas tenemos derecho a la igualdad y a la no discriminación, lo cual incluye disfrutar de espacios que nos permitan desarrollarnos libremente, con seguridad y confianza, sin injerencia ajena. Sin embargo, en nuestro país aún queda mucho por hacer en el tema de discriminación, lo cual dificulta que las personas de la comunidad LGBTIQ+ puedan gozar de lugares libres y seguros».

El Inter-American Development Bank (IDB) señala que los espacios urbanos a menudo reflejan las relaciones sociales y pueden reproducir sistemas de dominación. En muchas ocasiones, el desarrollo de estos lugares se orienta bajo lógicas patriarcales, binarias y/o heteronormativas, sin tener en cuenta las necesidades de las personas disidentes de la cis-heteronorma.

Esto resulta en la violación del derecho de las personas LGBTIQ+ a hacer uso del espacio urbano, invisibilizándolas y vulnerándolas. A pesar de formar siempre parte de la sociedad y tener una gran representación en ella, según el INEGI, en México existen 5 millones de personas con diferentes orientaciones sexuales y géneros.

La Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y Género de 2021 indica que la población gay, lesbiana, bisexual u otra orientación sexual representa el 4.8% de las personas de 15 años en adelante, con aproximadamente 4.6 millones de personas. Además, la población transgénero, transexual u otra identidad de género que no coincide con el sexo asignado al nacer asciende a 909,000 personas, lo que representa el 0.9% de la población de 15 años en adelante.

Sin embargo, en América Latina aún existen deficiencias en leyes, políticas públicas y medidas de seguridad que garanticen el bienestar y la protección de las personas LGBTIQ+ en espacios públicos y privados. Según el informe «El prejuicio no conoce fronteras» de Sin Violencias LGBT, entre 2014 y 2020 se registraron aproximadamente 1,300 asesinatos de personas con orientación sexual o identidad de género diversa, con 402 de ellos ocurriendo en México.

Frente a este contexto, es fundamental alzar la voz y desarrollar espacios libres de violencia. Se requieren lugares que brinden seguridad, comodidad y permitan ser uno mismo sin cuestionamientos, así como fomentar la conexión y vinculación con otras personas, destaca Valenzuela.

En México, movimientos como Safe Zone buscan que la comunidad LGBTQ+ pueda elegir entornos seguros y libres de discriminación, promoviendo actividades culturales, al aire libre y de esparcimiento.

«Durante muchos años, se ha estereotipado a los lugares y actividades para la comunidad LGBTIQ+ como exclusivamente relacionados con fiestas y alcohol. Sin embargo, esto está lejos de la realidad, ya que como personas tenemos diversos intereses culturales, deportivos, artísticos, entre otros. Buscamos llevar a cabo estas actividades en ambientes seguros, crear comunidad y desarrollarnos personalmente sin exclusión», señala Gabriela.

Según datos de la CONAPRED, en el año pasado se registraron 1,175 quejas relacionadas con la diversidad sexual y de género, siendo 708 por actos de homofobia, 240 por lesbofobia, 220 por transfobia, 4 por intersexfobia y 3 por bifobia. Además, según el INEGI, al menos el 81% de las personas de la diversidad sexual han padecido o tienen algún problema de salud mental, como estrés o depresión.

En este sentido, las actividades de entretenimiento pueden mejorar la calidad de vida de las personas de la comunidad y facilitar una vinculación más cercana y real, transformando así sus vidas.

«Trabajamos constantemente en la autopercepción, ya que con ella podemos generar un cambio que, aunque parezca simple, transforma nuestra forma de vivir y desarrollarnos como personas LGBTIQ+. Esto mejora nuestra salud física y mental, a la vez que nos aseguramos de mantener nuestra existencia presente en la sociedad y dentro de nuestra propia comunidad», concluye Gabriela Valenzuela.

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