Desaparecid@s, herida crónica que no cicatriza, médicamente estas lesiones se presentan en pieles frágiles, donde el riesgo de infección es mayor debido a una producción de anticuerpos disminuida, una función del sistema endocrino más lenta, la probabilidad de contagio aumenta en quienes padecen enfermedades crónica-degenerativas como diabetes y enfermedades del corazón, resultado del deterioro en la circulación y la oxigenación. México, tierra lastimada por los cárteles de la droga, los grupos criminales dedicados a la extorsión, el robo y la trata de personas, y por los abusos de las fuerzas de seguridad del Estado, supura el dolor de las heridas, donde el desinterés y/o el silencio institucional contaminan aún más el contexto social depauperado, 100.000 desaparecid@s.
En un país azotado por una guerra sin fin contra el narco, la muerte puede parecer natural, donde el índice de homicidios crece implacablemnte, superando los 30.000 al año. Medios de comunicación visibilizan imágenes de cuerpos mutilados, colgados en puentes o arrojados en los bordes de las carreteras como advertencia; las técnicas de tortura son abominables, acompañadas de encubrimiento. Según expertos, la desaparición puede ser aún más cruel, priva a las familias de un cuerpo que llorar, de respuestas, incluso de la simple certeza, y el consuelo de la muerte.
Los rostros de l@s desaparecid@s aparecen en pancartas y carteles en las plazas públicas de todo México, bajo consignas de los familiares que suplican por cualquier información sobre su paradero, incluso cuando se encuentran los restos, la tarea de identificar a los muertos puede ser ardua, y a veces significa para l@s investigador@s meses de excavar entre la maleza y peinar la tierra en busca de diminutos fragmentos de hueso, muchos de los cuales pueden ser demasiado pequeños o estar demasiado desgastados para ayudar a identificar los cuerpos.
El presidente López Obrador tiene ante sus ojos, uno de los temas más desafiantes de la administración, hace días, frente a Palacio Nacional, familiares de desaparecid@s recrearon fosas clandestinas que han proliferado en el país, generalmente encontradas por la sociedad civil. El pueblo de México está harto del contexto actual, anhela navegar en aguas mansas, que den respiro. Hoy, son tiempos de solidaridad, de tolerancia, de trabajo compartido, no de cinismos y/o revanchismos políticos, dejar atrás la argucia electorera. Por desgracia, se ve un camino agreste, con piedras y espinas. Pongámonos en los zapatos de quienes sufren este dolor indescriptible, les comparto lo dicho por una madre: “Ya son siete años sin saber de él, a veces me pregunto cuanto tiempo llevo aguantando sin mi hijo. Siempre le pregunto a Dios: si vive ¿cómo estará? Los vecinos nos dicen que nos aplaquemos ya, después del tiempo la gente es ajena al dolor de uno, que nos digan ya la verdad, por muy dolorosa que sea”. Sumemos Voces.
Teporaca Romero del Hierro