Tras el furor de la marcha gay número 43, a pesar de las reglas de protocolo ante el riesgo de contraer Covid-19 con o en su mayoría sin cubre bocas, se respiró un ambiente de respeto y libertad.
Se sintieron liberados de solo ser un color rosa o azul.
Liberados de los cuentos de amor solo con tu pareja y hasta que la muerte los separe .
Libres de amar, a una bruja lo mismo que a una princesa, una mariposa, un dragón, un hada, o un rey.
Liberados de amar lo que sea bello para sus ojos.
Liberados de un no se permite.
Liberados de permitirse llorar, no confundir, no caos.
Liberados de ser lo que se les antoja, livianos al amor y salvados de la opresión.
Liberados de ejercer sus derechos de igualdad y respeto.
Así salieron felices a su gran marcha acompañados de miles de personas aliadas al movimiento.
Liberados de batallas y con ello la consigan de que para todo hay que luchar, no todo es guerra y competencia.
Liberados de vivir su vida y construyendo su mundo a su manera, como ellos eligen y desde su propia identidad.
Liberados porque ya aprendieron a rescatarse solos.
Liberados porque ya no están dormidos.
Liberados porque ya no están atrapados en sus cuerpos.
Liberados porque ahora son personas que ríen, disfrutan, juegan, son inteligentes, sensibles y a veces son libertad de ser miedosos y llorones.
Libres de salir y expresarse en la vida real.
¡Y recuerden el amor nunca deja de ser!
Dios dice: Guarda tu corazón porque de ahí emana vida.