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Los abismos en el fútbol femenil

por | Mar 7, 2022


Por: Daniela Bárcenas.

Hace menos de una década era simplemente impensable tener fútbol femenil profesional en México. Hoy, a cinco años (2017) del nacimiento de la Liga MX Femenil, el balompié para mujeres es toda una realidad con una liga consolidada, en crecimiento y con la participación  de los 18 equipos que conforman el máximo circuito de la Primera División.

En el marco del Día Internacional de la Mujer, podemos aplaudir el crecimiento de este  deporte  en nuestro país para la rama femenil, pero al mismo tiempo, habría también que cuestionar y criticar los salarios y condiciones en que viajan algunos de los equipos.

A pesar de todo el progreso que ha tenido la Liga MX femenil, aún existe una gran mayoría de jugadoras que ganan entre $3,500 y $7,500 al mes, cuando el sueldo promedio en los varones es de alrededor de $300, 000. Afortunadamente, gracias a la fuerza que ha tomado  el torneo en el país, ahora clubes como Tigres, Monterrey y América pagan a sus futbolistas sueldos cercanos a los $120, 000 al mes, aunque no sucede en todos los equipos, la distancia poco  a poco se va acortando.

Las máximas estrellas de la Liga femenil como Katty Martínez, Stephany Mayor y Charlyn Corral, tienen ganancias superiores a los $120, 000. Sin embargo, la diferencia continúa siendo abismal, en comparación con los $2, 000, 000 mensuales que perciben jugadores como André Pierre Gignac, Guillermo Ochoa o Julio César Furch.  

Los recientes galardonados con el Balón de Oro, Lionel Messi y la española Alexia Putellas, quienes recibieron el mismo reconocimiento por el mismo trabajo. Sin embargo, la diferencia en  su sueldo es enorme, pues Messi recibe alrededor de €300, 000, 000 anuales, y Alexia apenas gana 150.000 euros.

En esta desigualdad no están exentas las actuales campeonas del mundo, la Selección Estadounidense, que hace unos días anunció que los sueldos serán igualitarios para las y los futbolistas que participen representando a su país. Lucha que tomó seis años, inició en 2016, cuando Megan Rapinoe, Alex Morgan, Carli Lloyd, Becky Sauerbrunn y Hope Solo, presentaron una queja ante la Comisión de Oportunidades e Igualdad en el Empleo, por discriminación salarial.

Son pocos los países que tienen igualdad monetaria, siendo Noruega la selección pionera, a la que le siguieron Australia, Brasil, Inglaterra y Holanda.

En México, el fútbol es el deporte por excelencia, donde el amor y la pasión se pueden ver, incluso en el aire, pero durante muchos años sólo hubo lugar para la categoría varonil.

Parecía imposible poder albergar una liga de fútbol femenil profesional, no todos los directivos veían con buenos ojos invertir en un proyecto tan arriesgado; “A nadie la interesa el fútbol femenil” decía Justino Compeán por allá del 2009, quien fungía como presidente de la Federación Mexicana de Fútbol (Femexfut). Como él, había muchos detractores escondidos detrás del machismo y misoginia, diciendo que el fútbol no era para mujeres, lanzando comentarios tan lamentables como; “deberían estar en la cocina y no en la cancha”. Aún no comenzaba la liga y ya tenía más votos en contra que a favor.

La liga femenil en México ha tenido que remar contra corriente, pues directivos, patrocinadores y  dueños no estaban tan entusiasmados con invertir en una liga profesional femenil. Además, de ser algo nuevo, era un modelo que carecía de una estructura. Todo el fútbol nacional  giraba en torno a la categoría varonil, por lo que la adaptación no sería sencilla.

Fue en 2016 cuando los clubes del país tenían que contar, por reglamento, con un equipo femenil, siendo esos primeros años muy complicados. Las jugadoras tenían que usar los uniformes de sus compañeros y los clubes con menos recursos económicos no mandaban botellas de agua a los partidos de la categoría femenil, lo que provocó que entre rivales se compartieran el agua. Incluso sus partidos se disputaban en las canchas utilizadas por el equipo principal para entrenar, nadie pensaba que las mujeres podrían llenar los grandes estadios del país.

Dado la enorme brecha salarial que persiste en el futbol las jugadoras necesitan un trabajo adicional, pues saben que, por ahora, no es posible vivir del fútbol. Por lo anterior es muy frecuente ver en las canchas a mujeres con títulos universitarios. 

Poco a poco las mujeres se hicieron de un lugar en el fútbol, falta muchísimo por hacer como aficionadas, futbolistas, directivas y patrocinadoras. Pero ya nos marcaron un camino y si el trabajo en conjunto se sigue haciendo en unos años, será una liga autosuficiente.

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