Los claroscuros de un matrimonio salen a la luz pública luego de una tragedia inconmensurable en la cinta francesa Anatomía de una caída.
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Samuel, un escritor, muere en circunstancias bastante turbias a las afueras del chalé en el que vivía con su familia en los Alpes franceses. Se presume un suicidio pero también podría tratarse de un homicidio. Sandra, la ahora viuda y también escritora, es arrestada y juzgada por asesinato, en el proceso pone su tumultuosa relación y su ambigua personalidad en el punto de mira y el hijo del matrimonio, Daniel, quien quedara invidente años atrás, descubre aspectos que desconocía de sus progenitores.
Una fusión entre drama y thriller es lo que Justine Triet presenta diseccionando los claroscuros de la vida matrimonial, en el que si bien es cierto la alegría y plenitud saltan a la vista, también la presión, la culpa y la frustración se asoman de manera natural sin caer en lo maniqueo.
A lo largo de 150 minutos, si bien es cierto hay inquietud por saber más de la muerte de Samuel, la cinta se enfoca más en la complejidad de las emociones y sensaciones que se exudan en el matrimonio y el deterioro del mismo, tal vez por malestares mentales de uno de ellos, es analizado a través de los testimonios de la esposa, siendo Sandra Hüller el vehículo principal que sostiene el alma en vilo. Asimismo, se asoma como una cinta perversa pues de una u otra forma el espectador se convierte en una especie de jurado al escuchar las declaraciones que se traducen en una catarsis, en una exploración y hasta en una consulta donde la reflexión y la empatía pueden emanar con naturalidad o no.
Anatomía de una caída, cuanta con cinco nominaciones al Oscar, incluida dirección, actriz y película, resultando en una cinta intensa, intrigante y compleja donde la verdad es relativa y la importancia de la salud mental también está a la orden del día.
