Bishal Dutta, debuta con una cinta de terror sugestiva, adolescente y que mezcla la fusión de dos culturas, como la norteamericana y la hindú, el resultado es eficiente, mas no memorable como pudo haber sido, esto es, No lo abras.
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Sam, una adolescente india-estadounidense, vive el sueño americano con sus padres, ella solo quiere encajar, por lo que deja a un lado sus raíces, incluida su amiga Tamira, quien muestra una actitud muy rara, además de un frasco que contiene algo siniestro. Una discusión entre ambas, seguida de un recipiente roto, es lo que desencadena una serie de misterios, muerte y deidades siniestras a las que hay que poner fin. Grosso modo, estas son las líneas que definen al filme.
Aunque el guion y la dirección recaen en un cineasta hindú, quien expone una leyenda de su nación, presentándonos el mundo de las Pishachas, la forma de contarlo obedece a la narrativa del cine anglosajón, incluso hay referencias a cintas como ‘Pesadilla en la calle del infierno’ (1984), ‘Carrie, extraño presentimiento’ (1976) o ‘Alien, el octavo pasajero’ (1978), todo es convencional y universal en ese aspecto, le falta un poco más de exotismo, tal vez lo que le da unicidad es al final, en lo que se utiliza para la contención del mal.
Asimismo, la forma de contarlo alude más a cocinar el suspenso a fuego lento en lugar de scarejumps abruptos, las actuaciones ayudan a ir acumulando la tensión. A resumidas cuentas, es una cinta de terror intercultural efectiva y persuasiva, sin llegar a ser memorable.
