En la poética de Concha Urquiza, se despliega un universo de progresiones sutiles, donde el deseo y la realización del amor divino se entrelazan en una entelequia íntima y apasionada. Tanto en su poesía como en su prosa, Urquiza nos sumerge en representaciones diversas de un amor que se despliega en tonalidades que van desde el ardoroso deseo hasta la consumación de la unión con el divino.
En este vibrante cosmos lírico, nos encontramos, en ocasiones, ante el deseo vehemente de fundirse con el otro que, en su ensueño poético, se manifiesta como Cristo, la encarnación de lo divino acechando a su amada. Urquiza representa con palabras una atmósfera casi lasciva, donde los amantes se sumergen en un sueño erótico, fusionando alma y cuerpo en una danza mística.
La sensualidad y el erotismo que se manifiestan en la obra de Concha Urquiza trascienden la mera expresión carnal. Estos elementos no son simplemente una representación física, sino más bien un desgarramiento poético que brota de la pasión intensa y exclusiva de la autora hacia un Dios ausente. En medio de este fervor espiritual, Urquiza se ve confrontada con la imposibilidad de renunciar por completo al mundo terrenal y a los deleites del cuerpo, a la búsqueda incansable de la Belleza terrenal. Este conflicto interior se convierte en el crisol donde la sensualidad y el erotismo, lejos de ser simples manifestaciones físicas, se transforman en una expresión poética profundamente arraigada en la lucha entre lo divino y lo terrenal en su universo creativo.
El abandono del mundo, la aniquilación, y el ascenso místico configuran el horizonte donde se desarrolla la experiencia del cuerpo en la poesía de Urquiza. Las sensaciones corporales, eróticas y sexuales se manifiestan libremente en la contemplación poética, los sentidos se convierten en testimonios inexplicables de la presencia del cuerpo, de lo erótico en la poeta y en la mujer.
Urquiza nos invita a explorar la dualidad de su experiencia, donde el cuerpo no es simplemente un receptáculo, sino una atmósfera donde se manifiestan los matices más íntimos y complejos del amor divino. En su búsqueda apasionada, la poeta revela la tensión entre el deseo espiritual y la realidad física, entre la pasión por lo trascendental y la imposibilidad de renunciar a las delicias terrenales.
Entre Líneas, Concha Urquiza nos sumerge en un mundo donde lo divino y lo sensual convergen, donde el cuerpo se convierte en el vehículo sagrado de una poesía que explora los límites del deseo, llevándonos a través de los velos del misticismo y la sensualidad en un acto poético que trasciende los confines convencionales de la palabra.
Te puede interesar: Anna Ajmátova y la Transformación Poética
