El historiador falleció este martes, tenía 95 años de edad y dio clases hasta el último día
Maestro de varias generaciones, de mente prodigiosa y generoso, el doctor Adolfo Gilly falleció este martes a los 95 años de edad. Destacado historiador, fue profesor hasta sus últimos días en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en donde compartió con sus alumnos todo su conocimiento y miles comprendieron gracias a él nuestra historia.
Sus alumnos, amigos y compañeros lo recordaremos a través de sus textos, de sus libros, de los recuerdos. Fue un gran hombre, gran persona que estudió la historia de México a fondo, su libro La Revolución interrumpida es un referente indispensable para comprender la historia de nuestro país.
Gilly fue un pensador y estudioso de la izquierda, del cardenismo (Lázaro), de Felipe Ángeles, de los movimientos sociales. Su labor política lo llevó a pisar la cárcel de Lecumberri, a donde le llegaron cartas de diversos personajes de la política y la cultura, como la de Octavio Paz, que le envió una larguísima misiva en la que le manifiesta su opinión acerca de los textos y libros de Gilly y cierra con un «espero que a mi regreso (Paz no estaba en el país) podamos continuar esta conversación al aire libre. Si no fuese así, iré a visitarlo a su celda de la prisión de Lecumberri -esa prisión que empieza a convertirse, según Jack Womack en nuestro Instituto de Ciencias Políticas». Octavio Paz, enero de 1972.
Adolfo Gilly fue mucho más que un investigador, columnista, maestro y escritor; fue parte de nuestra historia, fue el compañero que brazo a brazo luchó por un México mejor, fue ejemplo de congruencia y honestidad. Un maestro a quien se le conoció leyéndolo y después en las aulas y en las calles. Buen viaje maestro.
