Desde finales del siglo pasado el ejército mexicano ha sido la institución del Estado más respetada por la población.
Por eso llama la atención que en espacio de una semana han ocurrido tres golpes que juntos apuntan a un ataque estratégico en su contra.
Primero el presupuesto. El presupuesto de la Federación 2023 le quintuplica el presupuesto del ejército.
Y sin embargo, el sector de la construcción se está secando porque ese gasto no llega al sector productivo más descobijado: los albañiles, no compensan con los programas sociales por la corrupción imperante.
El segundo golpe fue en el contexto del rompimiento de “los padres de los normalistas» por las conclusiones del informe sobre la desaparición forzada de los alumnos de Ayotzinapa en Iguala.
Supuestos mensajes de Whatspp probarían que militares del 27 batallón ayudaron al crimen organizado a desaparecer cualquier indicio del crimen. La FGR giró 80 órdenes de aprehensión que al final se redujeron a 5.
Hay quién en privado asegura que en el momento de la desaparición los involucrados utilizaban equipo Black Berry, por lo que las capturas de Whatsapp serían una suerte de “fabricación histórica”.
El tercer golpe fue la publicación de 6 terabytes de información del servidor de la SEDENA. Las comunicaciones sensibles están disponibles para cualquiera, con la capacidad de cómputo para que con Internet casero tardarían las 24 horas de una semana para descargar la información. Las tripas de la institución como diría mi abuelo.
Es decir que en espacio de una semana el ejército mexicano pasó de burócrata abusivo, a cómplice criminal y finalmente a un inepto administrador de la defensa nacional.
¿Quién se beneficia? Por un lado echa por tierra el escenario basado en la posibilidad de que el actual régimen podría llegar a utilizaría al ejército para apuntalar un fraude electoral en la presidencial de 2024. ¿Cómo van a confiar los militares en este gobierno?
¿Acaso, por el contrario, se fortalece precisamente ese escenario? ¿Se busca inducir a las fuerzas armadas para que en su descrédito se aten a la mala imagen de un proyecto dictatorial que no sería en absoluto popular?
No debe pasar desapercibido que el grupo de ciberactivistas guacamaya, responsable de la agresión a nuestras fuerzas armadas, hackeó también a países de la nueva izquierda latinoamericana: El Salvador, Perú, Chile y Colombia. ¿Operación de intereses del norte del continente? ¿O, acaso una provocación siberiana para generar desorden en la esfera de influencia sur del rival? Cuentas de redes sociales atribuidas al grupo han utilizado mensajes antigobiernistas. ¿Casualidad?
La sucesión presidencial está calentando cada vez los ánimos de los mexicanos. Malas decisiones y peores reacciones empujan al país hacia el vacío. Nadie parece creer en el futuro, eso es malo porque no habrá gobierno para la gente. De seguir los acontecimientos esta dirección podríamos terminar viviendo en una opresiva prisión, lejos de la felicidad que nos prometieron.
¿Usted qué piensa?