A lo largo de su carrera, Jared Leto ha demostrado no importarle su apariencia y poder sacrificar incluso su salud para sacar adelante un personaje, así se vio en El asesino de John Lennon, Dallas Buyers Club, que incluso le dio el Oscar a mejor actor de reparto o recientemente en La Casa Gucci, donde los prostéticos ayudaron a su transformación. Ahora, se compromete de la misma manera con Morbius, cinta que llega a carteleras.
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De la mano de Marvel, Leto se mete a la piel del Doctor Michael Morbius, un bioquímico que sufre una extraña enfermedad en la sangre, al igual que su mejor amigo, sin embargo es brillante en su mente y hace aportaciones a la humanidad, como la sangre sintética. A lo largo de los años, él trata de hallar una cura a su padecimiento y en la lucha se infecta de una especie de vampirismo. Tras la cura, Michael se siente más vivo que nunca y adquiere varios dones como fuerza y velocidad, pero con ello la necesidad irresistible de consumir sangre. Su mejor amigo descubre esto y toma medidas drásticas, de aquí parte la premisa de una cinta que no está a la par de la actuación del vocalista de 30 Seconds to Mars.
Jared, tiene tres apariencias en el filme: la primera es la de un ser enfermo, escuálido, en los huesos; posteriormente está la de un hombre atlético fusionada con la de los efectos, en donde los colmillos y las garras se asoman. En medio de su esfuerzo, se teje una trama previsible, con una edición austera, un conjunto de efectos que no sobresalen; la cinta apuesta a los convencionalismos, además de no definir bien un estilo, a ratos apuesta por el cómic, en otras por las cintas de terror de vampiros, en otra pretende ser Drácula de Bram Stoker, hablando un poco de su romanticismo, pero ninguna logra coagular con optimismo.
Hay dos finales adicionales, pues al parecer la intención es crear una saga de este universo. No es pésima, pero le falta colmillo y pulso.
Adrián Ruiz
