El plátano o banana es uno de los principales cultivos en la producción y el comercio agrícolas mundiales, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (ONUAA o FAO, por sus siglas en inglés), sin embargo, la enfermedad del marchitamiento por Fusarium wilt tropical (traducido como hongo de marchitez tropical) afecta a las plantaciones en varias regiones.
La FAO califica esta situación como un motivo grave de preocupación, pues la cepa de la enfermedad, denominada Raza 4 tropical (R4T), se está expandiendo y eleva el riesgo para los suministros mundiales de banano.
Hasta el momento no existe el fungicida (sustancia que destruye los hongos parásitos), ni otro método que pueda erradicar la R4T, la cual está presente en 19 países. El sudeste asiático, Oriente Medio y África son los territorios más afectados, pues se estima que más de 100.000 hectáreas tienen la enfermedad.
Con este panorama, la FAO responsabilizó a la agricultura de gran escala por la introducción de productos químicos y el monocultivo; además, expuso que las y los hijos de los que cultivaban ya no desean hacerlo.
En el último siglo se ha perdido el 75% del material genético agrícola.
FAO.
Lo anterior es importante debido a que la única medida de control efectiva de la enfermedad, en palabras de Fernando García Bastidas, experto en Fusarium del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), “es el control genético, y no quedan muchas opciones para reemplazar las variedades”.
En agosto de 2019, el hongo se notificó oficialmente en plantaciones de América Latina, en la región nororiental de La Guajira, Colombia. Esto causó alarma en la industria de bananos, pues América Latina y el Caribe son las mayores regiones exportadoras.
Actualmente, México es el país donde el plátano es la fruta tropical más cultivada, con una producción anual de más de dos millones de toneladas.
Bajo este contexto, Gert Kema, actual director del Laboratorio de Fitopatología de la Universidad de Wageningen, Países Bajos, propuso combatir el hongo a través de ciertos tipos de biomasa (material orgánico) que se pueden agregar al suelo para después cubrirlo con plástico y matar las esporas, ya que el material se descompone y libera gases tóxicos para las bacterias y hongos, por lo que la tierra puede quedar libre de la enfermedad.
La idea surge para que la industria acepte el reto de finalizar el combate contra la R4T con insecticidas, pues lo único que provoca es que el hongo genere mayor resistencia. Ante esto, se sugiere poner en práctica nuevas técnicas como la que propuso Gert Kema con su equipo.
Durante la Global Fruit Latam virtual, el también fitopatólogo especializado en el estudio del plátano, expuso que él y su equipo documentaron el origen del hongo, por lo que descubrieron que proviene de Asia y se expandió hacia el oeste.
Por su parte, García Bastida expresó en 2019 que una situación similar se presentó el siglo pasado. La variedad de plátano Gros Michel se dejó de producir en gran medida, pero sigue existiendo a nivel local, por lo que recalcó que no se puede hablar de la muerte del plátano.
“Claro que la enfermedad es letal y es una amenaza muy seria, porque si la planta está en contacto con el hongo va a morir. Pero de ahí a su extinción hay un abismo. Es decir, hay que diferenciar entre desaparición de una variedad de plátano a nivel mundial y a nivel local. La segunda no se ha dado ni se dará”.
Fernando García Bastida.
A pesar de lo anterior, los posibles efectos económicos de la R4T están presentes por la disminución de producción, como son la pérdida de ingresos y empleo en el sector bananero, así como un aumento considerable en los costos para los consumidores de los países importadores, además de los costos extras por el cambio climático.
Te puede interesar: Agricultura combate enfermedad en conejos del país
Como aspectos más destacados de las mejores proyecciones, pensando que las condiciones meteorológicas no cambien y que las enfermedades del banano no continúen propagándose, la producción mundial podrá crecer anualmente a un ritmo del 1.5 por ciento, hasta alcanzar los 132 millones de toneladas en 2029.
MAEP.
