En la década de los 90, los arcades desempeñaron un papel crucial en la evolución de la industria del entretenimiento digital y en la cultura popular. Este impacto fue multifacético, abarcando desde los avances tecnológicos en los videojuegos hasta el surgimiento de una subcultura juvenil. De hecho, esos títulos mágicos fueron el inicio de un idilio con el entretenimiento mundial que llega hasta nuestros días, derribando cualquier tipo de fronteras entre actividades análogas. Juegos actuales con un componente online que guardan esa mística de los 90, como se puede comprobar en muchos de los productos lanzados por Jackpot City.
En esa última década del siglo XX, las máquinas de arcade estuvieron a la vanguardia en términos de gráficos, sonido y jugabilidad. La tecnología de los arcades permitió la creación de juegos mucho más sofisticados que los disponibles en las consolas domésticas de la época, lo que atraía a los jugadores a los centros recreativos. Los gráficos en 2D y, en algunos casos, el inicio de la tecnología 3D, marcaron una gran diferencia con los juegos caseros.
Los arcades se convirtieron en puntos de encuentro clave para los jóvenes en los 90. En un contexto donde las consolas de videojuegos en casa eran más caras o no tan avanzadas, las salas de juegos ofrecían una forma accesible de disfrutar de los videojuegos. Las máquinas aceptaban monedas o fichas, lo que hacía que cada partida fuera una experiencia que se valoraba y se disfrutaba de manera colectiva.
Estos lugares se llenaron de una gran variedad de jugadores: desde aficionados casuales hasta los más dedicados, que pasaban horas intentando mejorar sus puntuaciones. Los arcades fueron también escenarios donde la cultura del videojuego creció, con influencias que cruzaron géneros, estilos y nacionalidades. Los arcades ayudaron a forjar una identidad cultural vinculada al mundo del gaming, convirtiéndose en algo más que un simple pasatiempo.
A medida que las consolas domésticas fueron mejorando, especialmente con el lanzamiento de sistemas como el PlayStation (1994) y la Sega Saturn (1994), los arcades empezaron a perder algo de su protagonismo. Sin embargo, en los 90 también se dio un fenómeno paralelo: los videojuegos de arcade comenzaron a portarse a las consolas. Juegos como Mortal Kombat y Street Fighter encontraron una nueva vida en los hogares, adaptando las experiencias de los arcades a las consolas, lo que democratizó el acceso a estos títulos.
Por otro lado, los arcades también fueron un terreno de experimentación para las desarrolladoras de videojuegos, que exploraban nuevas formas de interactuar con los jugadores, como el uso de periféricos innovadores.
El impacto de los arcades en los 90 fue profundo tanto en la industria del videojuego como en la cultura juvenil de la época. Fueron un catalizador para la evolución tecnológica, la socialización entre jugadores, y un punto de referencia para muchos de los videojuegos y géneros que perduran hasta hoy. Aunque el auge de los arcades declinó a finales de la década debido a la evolución de las consolas, su influencia en la comunidad gamer y en la creación de la cultura de competencia sigue vigente.