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 Vuelve un año más el Encuentro Internacional de Zarzuela, con la “ASOCIACIÓN ZARZUELA POR EL MUNDO”, a finales de mayo en Tequila, (Guadalajara).

La zarzuela, un género en vías de extinción. Un género que nació precisamente para dar una identidad sonora y estilística al teatro musical de España que se encontraba invadido por los manierismos de la ópera italiana. Un género que le dio una identidad sonora a España y que fue exportada a América, los cuales la hicieron suya con sus propias composiciones, otorgándole el carácter de sus gentes, su sonoridad, ritmos y bailes de cada región, ya fuera en México, en Cuba, en Venezuela o Argentina.

Cuando uno escucha una zarzuela, escucha parte de su historia como nación, pues desde sus inicios se retrató al pueblo. Las hay con temas de príncipes y duquesas (Jugar con fuego. Barbieri), de viajes imposibles alrededor del mundo (Los sobrinos del capitán Grant. Manuel Fernández Caballero), de ladrones y sirvientas (La Gran Vía. Chueca y Valverde), sicalíptica (La Corte del Faraón. Vicente Lleó). Todas ellas tienen algo en común, una música basada en danzas de raíces latinas muy profundas, y digo latinas porque las hay de origen español como son seguidillas, jotas, tiranas, fandangos, siempre muy presentes desde los comienzos más primitivos de la zarzuela y a las que se le unieron las danzas que llegaron de América que en las calles eran ya parte indisoluble del contexto sonoro diario de España como era  la chacona, la zarabanda, el tango, la guajira, producto de la mezcla con los ritmos de los africanos traídos a la fuerza a trabajar los campos.

Una zarzuela no es justo compararla con la ópera, con la opereta, porque la zarzuela va más allá, las hay con una música excelsa y no tanto, las hay con unos libretos del teatro más exquisito y el más vulgar, sí. Pero ante todo y es lo que la hace especial y con lo que hay que interpretarla, mimarla y quererla es que, en esas notas y esos textos, en esos personajes, va entretejido el carácter de una nación, su historia, su problemática social, su humor, su idiosincrasia, sus miedos, sus miserias y virtudes. La zarzuela supo retratar a personajes que existían en una época determinada, su forma de hablar, sus ritmos y melodías traídos de sus calles, cafés y teatros.

 Cómo es posible, que un género tan importante, esté relegado al olvido, maltratado, por parte de instituciones públicas descuidado y por parte de los cantantes poco entendido y mal interpretado.  Y es que la zarzuela, nunca se ha enseñado de forma académica, los que hemos hecho zarzuela, me incluyo y he hecho mucha, sabemos que se aprende en los escenarios, extrañamente y no con orgullo digo que sigue siendo una tradición oral, sólo en los escenarios aprendes a moverte y a hablar como lo haría una aguadora de principios del siglo XX, aprendes a ser una campesina vasca y a cantar sus melodías, aprendes el vocabulario del segoviano antiguo que quizás aún se hable en un pueblo escondido entre montañas, una riqueza cultural y antropológica sin parangón. Otro ejemplo claro nos lo podrían decir los cubanos de su zarzuela, exponiendo sin tapujos y con una calidad excepcional en música y ritmos exquisitos la problemática del mestizaje. 

Pero ya quedan pocas personas que enseñen el arte de la zarzuela, su tradición oculta, sus secretos. Yo he tenido la suerte de ser de las últimas camadas que aprendieron de los grandes, de los que la mamaron desde niños y tengo plena confianza que en TEQUILA (Guadalajara . México), sabrán rescatar esa tradición, traer a esos últimos grandes intérpretes del género que están vivos, hacerles contar sus secretos, difundirlos para que no se pierdan nunca más y volver a poner a la ZARZUELA dónde corresponde, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD.