Han sido numerosos los autores que plasmaron la realidad de sus contextos; sus obras continúan vigentes y pueden ser útiles para confrontar la actualidad

Si escritores como William Burroughs, Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud o incluso artistas como Jim Morrison fueran parte esencial en el contenido de los sistemas educativos de países como México la sociedad viviría en una revolución permanente no de carácter armada o política, sino moral.

Es la idea que desde siempre ha acariciado el escritor y poeta ecuatoriano Mario Campaña para trabajar sus versos y textos; de manera especial le sacó provecho en su libro Linaje de malditos (Debate, 2013), donde retrató la vida y obra de personas como Edgar Allan Poe o Marqués de Sade, para poner de relieve cómo los excesos de sus vidas los llevaron a la inmortalidad.

Con esto no quiere decir que los lectores deben seguir a pie juntillas el ejemplo de Charles Bukowski, por ejemplo, pero sí conocer su circunstancia, entorno y obra, reflexionar sobre esta última para nutrir el intelecto con estos autores que muchas veces son rechazados, pero necesarios para una sociedad hipócrita como la actual.

Todas las personas deben conocer el bien y el mal para saber cómo actuar en la vida. Contrario al sistema imperante que busca siempre el bien, oculta el mal y al final todo se convierte en un espejismo construido de mentiras e hipocresías.  

Es precisamente frente a la actual situación en la que no sólo México y América Latina, sino el mundo entero se ve envuelto, caracterizada por la miseria, ignorancia, violencia, hipocresía, engaño, vejación, incertidumbre…, que consideré necesario rescatar las palabras de Campaña, cuando hablaba de conservar la moral.

La Real Academia Española la define como “las acciones de las personas, desde el punto de vista de su obrar en relación con el bien o el mal y en función de su vida individual y, sobre todo, colectiva”, es decir, basa su conducta en un ambiente social a partir de la norma; se distingue de la ética en función de los valores que adquiere cada individuo en casa para entonces salir a la sociedad.

Cuando tuve la oportunidad de charlar con Campaña sobre su título, en medio de un té verde en las oficinas editoriales, me expuso un planteamiento que hoy, con todo lo que acabo de señalar me hace sentido: la sociedad no quiere afrontar sus problemas.

“La sociedad es tan burguesa-capitalista, que no acepta esta literatura (la de los autores citados antes), porque sus ideas hacen que se cuestionen y afronten sus problemas, es por ello que actualmente ningún sistema político y menos sociedades florecen de manera correcta, porque viven con la venda en sus ojos”, explicó en esa ocasión Mario.

Agregó que la sociedad de esta época está acostumbrada “a inventar recorridos lineales en las vidas, donde hay una sucesión armónica racional; sin embargo, las vidas no suelen ser así y menos las vidas más intensas y radicales”.

Son escritores malditos, me aclaró, “no en el sentido de hacer maldades”, sino en el desinterés hacia lo convencional, pues consideran que el mal es una fuerza natural que induce al ser humano a cometer acciones sin importarle los demás.