Las declaraciones del menor abusado sexualmente por Saúl Huerta son fuertes, al grado del enojo y rabia, sobre todo al saber que el victimario es además un político del partido en el poder. Escucharlo narrar la forma en la que el próximo exdiputado lo engaño, lo drogó y lo desvistió nos lleva a sentir no menos que repulsión ante un sujeto que, aparentemente, ha repetido este acto en por lo menos otras cuatro ocasiones, todas en contra de menores de edad.
Saúl Huerta salió la semana pasada a decir lo que siempre dicen los políticos cuando la soga les ha apretado el cuello: “soy inocente, fue un intento de extorsión y chantaje”, a pesar de las pruebas en su contra y las denuncias de más menores de edad que confirman el modus operandi de este político.
Pero vamos a dar el beneficio de la duda ante un sujeto impresentable como es Saúl Huerta. Supongamos que, como dice el próximo exdiputado, le pusieron un cuatro, que se busca dañarlo políticamente y que es parte de la guerra sucia que, según los políticos, se hace en campañas para restarle votos. Las preguntas son: ¿Qué hacía a las 7 de la mañana en un cuarto de hotel con un menor de edad? ¿Por qué, habiendo tantas personas con necesidad de trabajo, le ofreció a un menor de edad trabajar con él? Si es inocente como se dice, ¿Por qué las amenazas a la familia del menor? ¿Por qué habló con la madre del menor y le ofreció dinero a cambio de no destruirlo?
Desgraciadamente este caso no es el único, pues al partido en el poder se le suman otros escándalos que, según ellos, salen a la luz porque estamos en campañas. Clara Luz Flores y su relación con Keith Raniere, la cual primero negó y ante los malos resultados de su campaña, salió después a pedir perdón; Felix Salgado y las múltiples acusaciones de violación que el mismo partido ha minimizado; Mario Delgado y su participación en la secta NXIVM, aunque él lo siga negando; David Monreal y el tocamiento a otra candidata, aunque ella luego salió a defenderlo; Humberto Santos Ramírez, ex precandidato y a quien fue señalado de crear un chat con pornografía de mujeres mixes; al parecer un patrón se repite: pertenecer al partido en el poder y por ende sentirse intocables.
El asunto no es menor, pues entre los acusados están quienes legislan para promover leyes más justas y protejan a los más vulnerables. Hay candidatos a gobiernos estatales los cuales se encargarían, en el caso de ganar, de gobernar en favor de la ciudadanía promoviendo acciones que nos lleven a una equidad social más justa. Que un ciudadano cualquiera viole la ley es grave, que se haga desde las cúpulas de poder de forma impúdica y hasta burlesca, va más allá de cualquier concepto que se tiene sobre la corrupción. Algunos de esos personajes siguen como si nada hubiera pasado, apostando al olvido histórico y a la amnesia popular como mecanismo de defensa ante las acusaciones graves en su contra.
Saul Huerta es la representación del político que, con un poco de poder, siente que todo lo merece, que no hay ley por encima de él y que cualquier intento por hacer justicia simplemente pasa desapercibido.
Las denuncias están puestas, el escándalo ha estallado, lo único que nos queda es no dejar morir la historia de el próximo exdiputado y los demás candidatos para que así, de una vez por todas, nos demos cuenta de que como sociedad tenemos la obligación de exigir al poder lo que debe y tiene que respetar: la ley y la justicia.
