Se dice que, en el mar, la tercera ola que llega a la playa generalmente es la más fuerte porque ésta se alimenta de la dos anteriores y cobra fuerza. En plena advertencia de una tercera ola de contagios y por ende un incremento de hospitalizaciones y defunciones, miles de personas decidieron que lo mejor era salir en Semana Santa para amortiguar las inclemencias que la pandemia ha provocado durante más de un año. El pretexto es claro: “llevamos mucho tiempo encerrados y nos merecemos un descanso” se escucha decir a un bañista quien, sin empacho alguno, acepta que su actitud, quizá para él, es lo correcto o normal ante una situación que ha dejado más de 300 mil muertos hoy aceptados oficialmente.
Bares, restaurantes, cantinas, playas, y demás centros de recreación, se han visto inundados los últimos días por una ola de vacacionistas que, a razón de ellos, primero se disfruta, y el destino hará lo que les tenga preparado. En otras palabras, “Dios dirá”. Y mientras que en otros países como Francia o España ya han anunciado nuevas medidas de confinamiento, en México parecería que todo ha sido superado y mágicamente aclarado. Las vacunas ya llegaron y por lo mismo, el país está salvado.
Los avisos y recomendaciones siguen sin surtir el efecto deseado, pues ya no sólo es el uso de cubre bocas o la sana distancia, sino que, a partir del periodo vacacional, se vuelve a hacer hincapié en permanecer en la medida de las posibilidades de cada uno, encerrados. Recomendación que no ha sido del todo entendida o acatada los últimos días, pues las imágenes que circulan en la red de miles de personas paseando en las playas, principalmente, nos dicta que por muchos avisos, primero está el goce y ya después se verá como se resuelve el aprieto.
Todo esto nos da a entender lo fácil que es ser mexicano o vivir en este país, pues históricamente le podemos atribuir la buena o mala suerte al destino, a dios o cualquier otro tótem mágico al que le confiamos nuestra vida. Disfruta hoy y ya mañana veremos qué pasa. Dios aprieta…, serán las frases que escucharemos intermitentemente ante la posible debacle, nuevamente, del sector salud el cual ha demostrado que sigue siendo insuficiente para la cantidad de pacientes que diariamente recibe.
Y aunque la noticia ha dejado de serlo, la realidad sigue estando presente todos los días, recordando que los contagios y las muertes no son obra del destino o la suerte, sino de la poca previsión que se ha tenido, la nula creencia en la enfermedad o el desgaste social que nos ha llevado a enfrentar a la muerte directamente pase lo que pase.
Ante un pueblo que pocas veces hace caso, tenemos además el factor gobierno, el cual ha reaccionado de manera poco clara, confusa y hasta soberbia. Tanto el Dr. Gatell como López Obrador siguen minimizando la tragedia, y ante esta actitud poco solidaria, existe una gran parte de la sociedad que se niega a aceptar el conflicto. La mezcla perfecta parece estar saliendo a brote. Un gobierno incapaz, una sociedad indolente, y un sistema de salud insuficiente, serán los elementos que sin lugar a duda nos llevarán a una tercera ola más pronunciada, más agresiva y letal.
El diagnóstico se verá en próximos días, y todo parece indicar que no será nada bueno. Pero mientras todo esto ocurre, hay que gozar que Dios dirá. Al tiempo.
