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La aparición del flamenco se asocia con el asentamiento de los gitanos en España y más concretamente en Andalucía.

Hoy se sabe que la procedencia de los gitanos es del norte de la India, Pakistán. Ya en el siglo IX, esta etnia inicia un éxodo masivo huyendo de los conflictos armados de su región y se cree que la ruta fue: Afganistán, Persia, Armenia, bordean el mar Negro, Turquía, sur de Europa, algunos países nórdicos, Gran Bretaña y España.

El primer documento que de ellos hay en España es de enero de 1425, es un salvoconducto expedido por el rey Alfonso V “El Magnánimo”, padre de Fernando el Católico, autorizando la entrada a un grupo de gitanos.  Se cree que fueron entrando en sucesivas oleadas por los Pirineos y se fueron asentando por todo el país.

Andalucía es un lugar mezcla de culturas por excelencia, tartesos, fenicios, griegos, cartagineses, romanos, visigodos, árabes. En este enjambre de culturas ya existentes se asentaron los gitanos y con los siglos fueron asimilando la cultura, las costumbres, el folclore. El gitano incorpora, como no, su genio y su actitud ante la vida a esa maraña cultural.

Afortunados los que se asentaron en Cádiz, ciudad de las más antiguas de occidente, que ya tenía en su sangre la sal y el gracejo que hoy la sigue haciendo famosa. Hay escritos de Estrabón, geógrafo e historiador griego del siglo I a.c.  citando a las gaditanas, que bailaban hasta el amanecer rindiendo culto a la luna. Augusto y sus poetas también cantaron a las gaditanas, famosas en Roma por: “sus traviesos y retozones pies y castañuelas de metal”.

Y como no, Cádiz era el puerto y paso obligatorio para todo lo que llegaba de América.  Llegaban nuevos cantes, bailes y ritmos que nos recuerdan a las músicas africanas. Tres danzas concretamente “La Zarabanda”, cuya rítmica aún sigue siendo la base del flamenco por excelencia. “La Chacona” que se impuso en toda Europa incluso llegó a inspirar a Bach y Händel. O “El Fandango”, definido en el diccionario de autoridades como: “ baile de los que han estado en los Reinos de Indias” y de él derivarían cantiñas y soleares, ambos conocidísimos palos del Flamenco.

Importante también fue 1609, pues hubo un edicto de expulsión de los moriscos del este de Andalucía (la región de las Alpujarras, entre Granada y Almería), se cree que muchos de estos moriscos se convirtieron al catolicismo por no tener que marchar y otros muchos se fundieron con los gitanos que tenían la orden de asentamiento pero no de expulsión; se cree esto porque del siglo XV al XVIII, creció de forma incomprensible la población gitana, sobre todo en Andalucía.

Es por ello que en el cante flamenco desde la primera queja se sienten los aires moros.

Desde que se tienen referencias escritas, los grandes representantes de este género han provenido de allí, de Cádiz: “El Planeta”, “ Fillo”, “Nitri”, “Camarón”.

Con todos estos datos es comprensible que este género cautive al mundo, y que sin tener conocimiento alguno nos toque en lo más profundo, nos remueva las vísceras y haga florecer lo más humano que hay en nuestras entrañas. Un canto de la tierra, un canto hondo y que puede hasta el día de hoy fundirse en otras músicas, pues la razón de ser de este arte es la mezcla y el mestizaje.