Las cifras oficiales son elocuentes. En la Ciudad de México se registran oficialmente 15 mil 83 decesos al momento de teclear estas líneas. No se trata de simples múltiplos, son los efectos sobre 15 mil familias que ven trastocada para siempre su historia y desarrollo, padres que no podrán terminar de educar a sus hijos, personas que dejan en el desamparo a padres de la tercera edad, amigos y colegas; proyectos productivos cercenados para siempre ante la falta del empuje de líderes que no podrán ser.
Estamos ante una catástrofe más maligna que cualquier sismo porque los efectos no se comprimen en unos segundos. La naturaleza de una pandemia es precisamente lo prolongado en el tiempo de su destrucción de vidas humanas. Es un desafío social mayor que ya marca un antes y un después en la historia de la humanidad.
Sin embargo, a diferencia de un sismo en donde el azar nos marca donde estemos parados, una pandemia abre la posibilidad de la autopreservación. Las medidas de prevención como el correcto uso del cubrebocas, el lavado constante de manos y la sana distancia deben observarse por el bien particular de cada individuo.
Más allá de cualquier debate sobre el desempeño institucional en nuestro país, no podemos soslayar, en este momento, la realidad del poder que como individuos tenemos frente a la propagación de esta enfermedad; se propaga o se acota con base en los hábitos de millones de individuos. Nuestro actual contexto no nos permite presentarnos como víctimas indefensas de la circunstancia, cuando tenemos, todos y cada uno de nosotros, los medios para salvaguardar nuestra propia salud.
Sentarse a esperar la vacuna contra este mal no resulta aconsejable. Debemos tener conciencia de nuestro presente actual y seguir los consejos que todos conocemos. La vacuna llegará en su momento, pero mientras lo hace, las medidas son la única esperanza.
La tragedia social de la pandemia que azota al mundo dejará profundas huellas en la forma en que voltearemos a ver este nefasto año 2020. Ojalá que al mirar atrás cada uno pueda hacerlo sabiendo que supo controlar su propia circunstancia.
Juzgue usted
