El Canciller Marcelo Ebrard Casaubón anunció el pasado 16 de noviembre vía la red social Twitter el inicio de operaciones de la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ALCE) en 2021, que incluye a Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador, México, Paraguay y Perú. El mensaje fue recibido con cierto escepticismo por los internautas que hicieron gala de profundo sarcasmo al contrastar diversas problemáticas nacionales nacidas de las reasignaciones presupuestarias al gasto del gobierno federal.
La conformación de dicho esfuerzo científico a nivel regional no es nueva, de hecho, es la culminación de 15 años de negociación (¿Califica de iniciativa neoliberal?) y el pasado 12 de octubre fue atestiguada la firma del Protocolo Constitutivo de la ALCE por el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Graue Wiechers. La iniciativa que es evidentemente científica incluye un componente diplomático importante, por ello la operación del canciller mexicano, quién durante la ceremonia afirmó que “A mayor cohesión entre América Latina y el Caribe, mayor poder de negociación en el mundo. Es un tema de geopolítica y estratégico”.
Hasta ahí los esfuerzos de la diplomacia mexicana han resultado loables. Sin embargo, parafraseando al Quijote, hemos de exclamar “con los gastos hemos topado”. El Proyecto de Decreto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal de 2021, enviado por el Ejecutivo federal no contempla el término Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio o su acrónimo. Ello significa que no hay recurso etiquetado para tan maravilloso proyecto.
No obstante, la Agencia Espacial Mexicana, dependiente presupuestalmente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, en el Ramo 09 del Programa Ciencia, Tecnología e Innovación, tiene autorizado un monto total de 63 millones 640 mil 626 pesos para 2021. Dicha cantidad, al tipo de cambio del día en que estas líneas son escritas asciende a tres millones 106 mil 952 dólares americanos. Ahora bien, suponiendo que los siete miembros restantes aportaran cantidades exactamente iguales la ALCE, en teoría se juntaría una bolsa de 21 millones 748 mil 664 dólares.
¿Qué se puede hacer con ese monto? Veamos, empresas como SpaceX de Elon Musk o la firma constructora de aeronaves Boeing cobran 60 millones de dólares por llevar carga al espacio, sea ésta un satélite de última generación o un astronauta. La cifra base del presupuesto de la AEM no está desglosada en cuento gastos como nómina, viáticos, infraestructura informática o física, entre otros. ¿Resulta viable el esfuerzo del Canciller Ebrard?
Sí y sólo sí, es generosamente apuntalado precisamente por un jugador geoestratégico. Siendo difícil que el gobierno norteamericano financie este tipo de iniciativas, la mesa estaría puesta para potencias como Rusia o China. ¿Será esta la jugada? ¿Atraer a China para que desembolse EUA? Toda vez que, por razones de seguridad nacional, los norteamericanos difícilmente permitirían un satélite geoestacionario chino “de telecomunicaciones” tan cerca de su territorio. Qué le depara el futuro a la ALCE, el dinero y la geopolítica lo dirán.
Juzgue usted.
