Una de las tareas más ambiciosas del gobierno de López Obrador era reconciliar un país polarizado. Pero dos años después a la población no se le ha presentado un proyecto de unidad nacional, la prioridad sigue siendo el divide y vencerás.

Las cúpulas empresariales son actores importantes del debate político, pilares fundamentales de la economía nacional y motores indispensables de desarrollo.

Después del tsunami que ha representado la transición en México, la economía agonizante y la cultura emprendedora en vías de extinción, el aumento salarial no es un tema de justicia social, es un tema clientelar.

Con la intención de dejar atrás los descalificativos, la desconfianza y el antagonismo, una muestra de voluntad política ante las condiciones de pandemia por el Covid-19 para todos los sectores hubiera sido la señal correcta en tiempos de alta especulación y nula certeza.

Sin embargo, la falta de apoyos para las MiPymes llevó a la desaparición de más de 1 millón de pequeños negocios de los 4.9 millones que el Inegi tiene reportados. Catastrófico es, entonces, pensar en un segundo semáforo rojo a estas alturas del año y con un incremento al salario mínimo que se avecina como lastre para quienes intentan sobrevivir y generar empleos.

Será fundamental que en la visión micro, el gobierno de México no se olvide de las MiPymes, los negocios familiares, los ciudadanos emprendedores; pues son ellos quienes por décadas también han contribuido a la generación de empleos y el fortalecimiento de los mercados. Ahí están, por ejemplo, buscando subsistir, los vendedores por catálogo, los textileros mexicanos, las comercializadoras, la industria del calzado y la del juguete, por poner algunos ejemplos.

Los pequeños empresarios de hoy necesitan rumbo seguro y tierra firme, una carta de navegación que les permita continuar. Es ese el México que ha sustentado la prevalencia de la clase media y hoy, también necesita con urgencia un lugar en el escenario nacional.

Los desatinos de la presente administración no quedarán en la posteridad como el resabio de una pésima gestión. Habrán acabado con las esperanzas de millones de familias que encuentran en el emprendimiento la única oportunidad de subsistencia y desarrollo.

La deuda social sigue creciendo a medida que desaparece la gobernanza y el Estado de Derecho.