“La globalización ha sido un factor de la creciente desigualdad. Pero el cambio tecnológico ha tenido una influencia mucho mayor. No solo la «tarta económica» se reparte de manera más desigual, sino que también ha crecido más despacio, lo que ha generado descontento social”, se menciona en La desigualdad en la era digital.
En ese mismo texto su autor, Zia Qureshi, menciona: “las desigualdades en la renta y la riqueza han aumentado a medida que la digitalización ha remodelado los mercados y el mundo de la empresa y del trabajo”.
Esta es la visión que ha predominado por parte de los estudiosos de la tecnología en los últimos años; por una parte, la digitalización ha sido vista como un detonador del futuro, pero, por otra, como un factor que hace más grande la brecha entre pobres y quienes pueden acceder a los desarrollos tecnológicos, a una mejor calidad de vida.
Sin embargo, esta percepción de la tecnología y la digitalización podría cambiar, y más que considerarse un riesgo mayor para la sociedad, ambos elementos podrían convertirse en una herramienta para el desarrollo, la inclusión y la equidad.
Así lo consideran expertos como Miguel Ángel Espinosa, CEO de DICIO, startup mexicana que integra en sus soluciones tecnologías biométricas, Inteligencia Artificial y blockchain. “Los grupos más vulnerables son los más afectados por no contar, por ejemplo, con una identidad digital. 1,000 millones de personas en el mundo carecen de una identidad oficial, de acuerdo con el Banco Mundial, lo que les impide acceder a sistemas financieros o servicios sociales de salud”.
Es bajo este sentido que tecnologías como la identidad digital tienen un potencial transformador, al facilitar la interacción de la sociedad, incluso en comunidades campesinas o lugares recónditos, pero también acelera actividades comerciales que hacen que los mercados se dinamicen más rápidamente, al cerrar contratos de manera digital bajo estándares de seguridad altos, un hecho relevante en un momento pos pandémico como el actual, en el que la economía necesita dinamismo.
“Desatar una economía digital incluyente y participativa inicia con la creación de una identidad digital. Se trata de un impulsor de la inclusión. Tú puedes hacer contratos desde tu localidad solo contando con cobertura 4G. Desde tu celular puedes establecer un contrato formal para abrir una cuenta, firmar un contrato de trabajo o un documento autorizado, como una carta poder”, señala Miguel Ángel Espinosa.
En la actualidad, a nivel global, se hace un esfuerzo por impulsar el que las personas cuenten con una identidad digital. Uno de ellos es el del Banco Mundial, que en 2014 puso en marcha la iniciativa Identification for Development Initiative (ID4D), que tiene entre sus objetivos difundir mejores prácticas referentes a sistemas de identificación digital y registro civil en distintos países.
“Los beneficios resultan significativos ─señala el CEO de DICIO─, especialmente, para cerrar la brecha de la inclusión financiera y en el fortalecimiento de las oportunidades económicas, de salud, educación, de servicios financieros y acceso a servicios públicos para todos. La tecnología ha sido un gran aliado para países con avanzados sistemas de identidad digital legal como Singapur o Estonia, pero también ha aportado valor a países emergentes como Pakistán, India, Argentina, Perú y Sudáfrica, entre otros”.
Con soluciones de identidad digital, una fotografía de hace 10 años puede reconocer un rostro actual, y también reconocerá un rostro que se busque identificar en 10 años más. Se trata de validaciones que tienen que pasar por estándares internacionales; herramientas que integran Inteligencia Artificial para lectura de algoritmos. Estos algoritmos pueden hacer distinciones de personas y acelerar procesos bancarios y comerciales, por ejemplo.
