Este martes la página web de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) amaneció con una nueva bandera latinoamericana, la de Costa Rica. Apenas hace un año Colombia se integró a este grupo de 38 países miembros, en el que también están Chile y México, que se sumaron en 2010 y 1994, respectivamente.
A diferencia de otros organismos multilaterales, la OCDE ha sido vista desde su fundación como un selecto club de países con capacidad de mover la economía del mundo (representan alrededor del 80% del comercio mundial), de ahí que su ingreso no sea nada sencillo, y Costa Rica es un claro ejemplo de esto, después de recibir por varios años una serie de observaciones para poder ser parte del ‘club’.
El país centroamericano trabajó desde 2010 en este proceso, que implicó reformas importantes en ámbitos como el de la competitividad, corrupción, sistema financiero, manejo de residuos, transparencia de empresas estatales, entre muchos otros.
“Convertirse en país miembro de la OCDE es un proceso exigente. Los países tienen que estar preparados para ser miembros, lo que no solo significa cumplir nuestra misión y adherirse a nuestros valores, sino también ser capaces de asumir las responsabilidades y exigencias que acompañan al estatus de miembro activo de la organización”, se lee en la página web del organismo.
Ya tiempo atrás se había hablado de la posible incorporación de Costa Rica a la Alianza del Pacífico, un bloque sobre todo comercial conformado por Chile, Colombia, México y Perú, del que el país centroamericano es observador. Sin embargo, hoy su estatus como miembro de la OCDE hace prácticamente irrelevante su participación en la Alianza.
Considerando que de los países latinoamericanos que participan en la OCDE, dos son de Sudamérica y uno del norte de la región, el hecho de que un país centroamericano pase a formar parte de este organismo multilateral, llevará inevitablemente a que inversionistas pongan más atención en esa zona, pues un aspecto relevante es que a través de la integración de buenas prácticas entre los países se busca estandarizar aspectos que generen un ambiente propicio de negocios para quienes buscan invertir.
Un tema a destacar es que la OCDE tradicionalmente ha buscado tener injerencia en la política fiscal de los países miembros, argumentando que se trata de un aspecto que incide en el equilibrio económico y la certidumbre para los inversionistas. Este tema puede ser uno de los grandes retos para Costa Rica, ya que tan solo en 2020 tuvo un déficit fiscal de 8.3%, y ha sido uno de los grandes temas de debate entre el gobierno del presidente Carlos Alvarado y la oposición.
Pero, así como hay aspectos que pueden generarle dolores de cabeza a este país a partir de su ingreso a la OCDE, seguramente habrá otros donde Costa Rica destaque, incluso, por arriba de países europeos. Uno de ellos puede ser el de la educación, rubro al que le dedica 8% del PIB, el más alto de Latinoamérica.
Sin lugar a dudas, la carrera de los indicadores de la OCDE llevará a Costa Rica a una nueva etapa, en la que ya no se medirá con los países de Centroamérica, sino con otros más desarrollados, y ahora sí podrá comprobar si es la “Suiza latinoamericana”, como algunos le llegaron a nombrar hace unos años atrás.
