Días atrás un reconocido analista de Latinoamérica publicó en Twitter: “No es chiste: Nicaragua, uno de los países más pobres de América Latina, creará una Secretaría Nacional para Asuntos del Espacio Ultraterrestre, la Luna y otros cuerpos celestes». La mayoría de los que le siguen de inmediato retuitearon con burla e ironía, haciendo eco a su comentario.
“¿Es que los países pobres están impedidos para soñar en grande?”, fue mi pregunta hacia él. De inmediato muchos me contestaron “es que Daniel Ortega (su presidente) es un vendedor de sueños”, y para muestra estaba el famoso canal interoceánico que construiría. Y es que “el dictador (bla, bla, bla)” …
Pero el reconocido analista fue directo. Nunca habló de dictaduras, ni siquiera se refirió al presidente. Dijo: “uno de los países más pobres”, en tono de mofa. Primero me detuve a reflexionar sobre uno de sus libros, que señala que solo con innovación y tecnología la región podrá salir adelante. Pero, ¿acaso lo que tiene que ver con el espacio no es ciencia, innovación y tecnología? ¿Qué país de Latinoamérica no tiene sectores pobres en su población? Entonces, ¿está impedida la región para soñar en grande? ¿La ciencia es solo de países ricos? Su famoso libro entonces es… ¿Qué es?
Hoy en Silicon Valley predomina en las grandes empresas tecnológicas como Google, que comenzó en un garaje prestado y sin recursos económicos, un pensamiento que se conoce como Moonshot. En pocas palabras se trata de ponerse una meta grandiosa, lejana, que parezca imposible, de gran transformación para la humanidad y el reto está en hacer todo lo posible (o imposible) para convertirla en realidad.
Aunque hoy muchas empresas importantes están trabajando en su propio Moonshot, la idea no es nueva. De hecho, fue retomada de la experiencia que significó para Estados Unidos el que un día su presidente John F. Kennedy decidió ir a la luna un 12 de septiembre de 1962. “Elegimos ir a la luna. No porque sea fácil, sino porque es difícil”, dijo en su famoso discurso donde daba a conocer esa gran misión. Y en 1969 el hombre llegó a la luna, y ese año la historia de la humanidad dio un gran salto al espacio.
El Moonshot o disparo a la luna no se trata de un objetivo cualquiera, sino una propuesta para llegar más lejos que nadie en algo, con un impacto que trasciende y cambia realidades para siempre. No se trata de ir de un punto A a un punto B. Se trata de un pensamiento que por lo regular parte del punto B hacia el punto A. Se piensa del futuro hacia el presente, no del presente hacia el futuro. Va del resultado, hacia atrás.
Se trata de un pensamiento que por su naturaleza rompe con el sistema actual de las cosas. En él, no puede ser algo creado para que todo siga igual, de lo contrario no sería un Moonshot. Es un sueño imposible donde se hace lo inimaginable para hacerlo realidad. Integra una gran dosis de innovación, creatividad y disrupción.
Una cosa más: el Moonshot no intenta conseguir rentabilidad, o no solo eso en el caso de las empresas, sino transformar realidades, cambiar paradigmas, ampliar el pensamiento común, al menos, 10 veces más.
Sí, los países de Latinoamérica sí pueden soñar en grande. Incluso los más pobres, porque posiblemente sean ellos los que más necesitan romper con esta realidad que los tiene sumergidos en esa situación. Todo lo demás son parches, paliativos. Tal vez tener su propio Moonshot sea el inició de la gran transformación que necesitan, aunque éste puesto en el espacio exterior.
