Algo que admiro de los argentinos, es la pasión con la que viven la vida donde no dejan indiferente a nadie, ya sea en el deporte, la publicidad, la música e incluso en los ambientes de trabajo. O los amas o los detestas

Si tengo que nombrar alguna personalidad de este país que cumpla con esta descripción, solo hay una en mi cabeza, esa es: Diego Armando Maradona.

El Diego, Cebollita, D10S o simplemente Maradona, falleció y su legado tanto en el terreno de juego como fuera de él es imborrable. Pocas personalidades del mundo del deporte pueden colocarse al nivel de influencia del astro argentino.

Me atrevería a nombrar únicamente a Michael Jordán y lo dudo seriamente. La personalidad del nacido en un potrero de Villa Fiorito permeó en diversas áreas de la sociedad mundial fuera del deporte.

Desde la moda con Dolce & Gabbana, las letras que Manu Chao, Andrés Calamaro o Rodrigo Bueno entre otros dedicaron a El Diego, genios cinematográficos como Kusturica, llegó a tener su propio programa de televisión y Amazon está por sacar una serie ambientada en su vida, que será un éxito y una serie de culto para los amantes de El Diez. E incluso la religión, con la Iglesia Maradoniana creada en 1998 para venerar a el 10 de Argentina.

Es una realidad que, dentro del terreno de juego, su influencia y relevancia es indiscutible. Desde niño con Los Cebollitas con quien llegó a estar más de 100 partidos invictos hasta tocar el cielo en 1986 en México con la Selección Argentina, ninguno de los que compartieron terreno con él tenían su talento.

México 1986 fue un año y país importante para él, logró el Mundial, anotó dos de los mejores goles en este campeonato y precedió a sus grandes temporadas con el Nápoles.

En Argentina, no hay nadie más grande que él. Llevar el 10 en la albiceleste conlleva una gran responsabilidad y un peso muy grande que no muchos pueden soportar. 

Messi, quien es considerado el mejor de la historia por muchos, no ha podido igualar a Maradona con Argentina e incluso llegó a abandonar la albiceleste por las críticas recibidas y es que fuera de Barcelona hace mucho frío para el cinco veces Balón de Oro.

El descaro que adquirió en las calles de Villa Fiorito, forjó una personalidad capaz de hacer historia en Nápoles y ser considerado ídolo en esta ciudad del sur de Italia.  

En los años 90 el Calcio (futbol italiano) era dominado con mano de hierro por el AC Milán dirigido por Arrigo Sacchi donde había jugadores de la talla de Van Basten, Gullit, Rijkaard o Baresi hasta que Maradona llegó a Nápoles y el resto fue historia.

 Esa misma personalidad canalla, de barrio y llena de carácter lo persiguió fuera de los terrenos de juego. Maradona fuera de ellos, para muchos, llegó a ser detestable mientras que para otros fue y será amado por siempre.

Y finalmente 34 años después de que Dios le prestará su mano para anotar el gol más recordado de la historia de los mundiales en el Estadio Azteca frente a Inglaterra, Maradona le tendió la suya a Dios.