En el texto anterior señalé que la economía social, o sector social de la economía, como lo denomina la Constitución en su artículo 25, puede constituir una de las vías más atractivas y adecuadas a seguir en esta época para generar empleo e ingresos en una sociedad como la nuestra, sumergida en graves tribulaciones de índole económica y social.
Cuando hablamos de economía social nos estamos refiriendo sobre todo a las cooperativas de producción y de servicios, las sociedades de solidaridad social y las empresas sociales, aunque la Constitución también incluye a los ejidos y comunidades agrarias. Entre las más conocidas o famosas podemos ubicar a la Caja Popular Mexicana, la Cooperativa Pascual y la Cooperativa Cruz Azul, con todo y la corrupción de algunos de los dirigentes de esta última, y en el medio rural a la Tosepan Titataniske, en la Sierra Norte de Puebla, la Cooperativa Cupanda de Tacámbaro, Mich. y los Pueblos Mancomunados de la Sierra Norte de Oaxaca, las cuales se han convertido en actores fundamentales del desarrollo económico y social de sus regiones.
¿Qué es lo que quiero destacar de este tema, o como lo relaciono con el compromiso que tenemos los ciudadanos el próximo 6 de junio? En primer término y sobre todo, que estas formas de organización para el trabajo y la producción, que se caracterizan por el control democrático de sus procesos, han estado y están promoviendo ciudadanas y ciudadanos proactivos, responsables y solidarios, cuya capacidad de movilización y gestión les ha ido permitiendo autonomía política y económica para interactuar con el Estado y el mercado.
Cuántas candidatas o candidatos a alguno de los 21 mil cargos en disputa provendrán de este sector? o, cuántas candidatas o candidatos se comprometerán con sus necesidades y propuestas, entre las cuales se encuentran las reformas legales para convertir a las cooperativas de ahorro y préstamo, más conocidas como cajas populares, en una verdadera banca social, lo que puede facilitar la inclusión financiera de millones de compatriotas ubicados en poblaciones en las que no están presentes los bancos privados. Al respecto, se estima que 7 de cada 10 mexicanos no tienen acceso a los servicios que ofrecen las instituciones bancarias.
Las referencias al sector de la economía social, no demeritan en ningún sentido, el papel y el aporte de las MIPYMES al desarrollo del país (micro, pequeñas y medianas empresas) que hasta el año pasado generaban alrededor del 80% del empleo formal y que han sido severamente golpeadas por la pandemia, el confinamiento sanitario y la ausencia de apoyos presupuestales o fiscales.
De acuerdo al INEGI, más de un millón de micro, pequeñas y medianas empresas cerraron sus puertas de forma definitiva, de las casi 5 millones que existían hasta antes de la aparición del Covid y de la implantación de diversas medidas sanitarias, lo que contribuyó -entre otros factores- a que haya aún alrededor de 2.5 millones de mexicanos que no han recobrado su empleo, y a que existan aproximadamente 10 millones de nuevos pobres en México.
La pobreza, como expresión de la incapacidad para atender la satisfacción de las necesidades básicas, fundamentalmente alimentación, salud, educación, vivienda y seguridad social, es una de las formas de violencia más crueles que puede experimentar un ser humano y en nuestro país se encuentran ahora en tal situación 62 millones de personas, es decir, la mitad de la población del país.
Cómo o qué les vamos a responder a estos compatriotas en el contexto de la campaña electoral? Cómo los interesamos y los comprometemos a que salgan a votar como una de las vías para transformar su situación?
