Frente a la entrada el gabinete de un nuevo Secretario de Hacienda, conviene revisar los temas y los riesgos involucrados en la recuperación de la economía mexicana en lo que debería ser la post pandemia y más bien parece ser una recuperación en plena tercera ola de la pandemia.
El INEGI genera un útil Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), que se emite mensualmente, y que mostró ya un modesto crecimiento positivo de la economía a en marzo y abril de 2021 frente a los mismos meses de 2020. Esto ocurre ante todo, porque hay una presión social y política para reabrir la economía: no es posible mantener los controles del 2020, ni por razones económicas, ni sociales ni psicológicas. La mitad de las personas empleadas en el país están en situación de marginalidad, es decir, que no tienen prestaciones ni salarios fijos. No pueden estar encerrados.
Ocurre también porque la economía de EE. UU. se está recuperando en este 2021 debido a que, a diferencia del gobierno mexicano, allá si se decidió apoyar a las empresas y a los desempleados por la crisis del COVID. Por tanto, se espera que su producto Bruto repunte este año en 6.4 por ciento en 2021.
Hasta el sexenio pasado, por los vínculos entre las dos economías, el crecimiento del PIB mexicano seguía de cerca al norteamericano. Los dos países crecían juntos. Este vínculo se rompió en 2019, cuando en el primer año de la administración de López Obrador, los recortes presupuestales, el discurso populista anti empresarial y la decisión exclusivamente política de cancelar un aeropuerto que ya tenía un 30% de avance, llevó a un crecimiento económico de cero en el momento en que la economía norteamericana crecía al 2.3%
En favor de una recuperación de la economía mexicana funciona, sin duda, el TMEC y los turistas que vienen del norte. Para el cierre de 2021, la SHCP prevé que se logrará este año un 5.3%. (Por su lado, el FMI calculó en abril un crecimiento anual de 5.0%) Esto es lo que se llamaría un “crecimiento de rebote”, y significa que después de una crisis, las economías se recuperan casi de forma inercial, cuando vuelve a crecer el gasto de consumo.
Seguramente el gobierno va a decir que un 5.3% es una gran noticia, que ya se está recuperando la economía, pero esto sería una exageración por dos razones: la primera es que el decrecimiento de le economía en 2019 fue de -8.2% (cifra de INEGI). O sea que la recuperación de 5.3% no sólo sería menor, sino que se mide sobre un PIB más reducido como efecto de la misma recesión.
En segundo lugar, porque el crecimiento económico real (no el “rebote”) debería ser producto de un incremento en la inversión, y en ese asunto andamos por los suelos.
Al subir el consumo, por ejemplo como resultado de los subsidios que da el gobierno, se beneficia principalmente la economía informal, pero no se eleva la creación de empleos estables y permanentes. Se estima que sería hasta el 2024 en que la economía alcance el mismo nivel de producción que tenía en 2018. Es decir que como vamos, se puede esperar que todo el sexenio de Amlo sea un “sexenio perdido” para mejorar los niveles de vida de los mexicanos.
Una recuperación significativa en la segunda mitad del sexenio requeriría dos condiciones: el control la pandemia vacunando a la mayor parte de la población (al menos 70% dicen algunos estudios), y en segundo lugar un incremento relevante en la inversión pública y la privada, y como parte de ésta, la inversión extranjera.
¿Como vamos en términos de vacunación? Una respuesta buena y otra mala: el porcentaje de personas vacunadas de personas adultas de 60 y más años era del 71% en mayo de este año (Nexos Julio 5, 2021). No tan mal, pero hace dos meses faltaban todavía 4 millones en este grupo de edad. En segundo lugar la mala: el porcentaje de la población que ha recibido al menos una dosis de vacuna es un reducido 26.8% No basta para controlar la pandemia porque los no vacunados, que son la mayoría, se contagian con las nuevas cepas. Para Rogelio Ramírez de la O, el riesgo del estancamiento económico es mayúsculo. Hay que desearle suerte. Mientras llega, las tareas cotidianas del Presidente en estas semanas han sido las siguientes: los renovados ataques a la prensa a través de una inquisidora sección semanal indigna de un Jefe de Estado, el llamado a una inútil (y confusa) consulta popular sobre si se debe o no aplicar la Ley, la propuesta de una nueva reforma electoral (sin reparar que la organización de las elecciones de junio fue exitosa y aceptada por todas las partes) y la prematura apertura de la carrera presidencial a dos años del evento.
