Hace pocos días, el régimen obradorista inauguró el aeropuerto de Santa Lucía, denominado ahora Felipe Ángeles. Y, como tantas otras acciones de este gobierno, ha generado multitud de comentarios y opiniones de diversa índole, sobre todo ante la narrativa oficial de que se ha hecho entrega de una obra impecable, de nivel mundial, y sobre todo una obra del pueblo.
Más allá de si hubo un vendedora de tlayudas y comerciantes ambulantes al interior de las instalaciones, así como una gran presencia de acarreados, es aún más importante ir al fondo del asunto, aunque es cierto que la escenografía, los decorados, el guión, los actores y la trama forman parte de los símbolos que es necesario analizar (el pueblo siempre presente; es masivo el apoyo; se me salieron las lágrimas al ver el video, etc.).
El proyecto de construcción del nuevo Santa Lucía, AIFA, constituye uno de los megaproyectos del obradorismo, y fue definido a partir de denostar y cancelar el proyecto del aeropuerto que se ubicaría en Texcoco, NAIM, con argumentos como la afectación ecológica a la región, o los supuestos enormes negocios que se estaban gestando, tanto en su construcción como en los terrenos del actual aeropuerto que sería inutilizado. Sin embargo, hasta el momento no existe denuncia alguna contra personas y hechos sobre los presuntos actos de corrupción, ni imputados o detenidos por tales causas, pese a algunos señalamientos de irregularidades o inconsistencias que la Auditoría Superior de la Federación encontró, pero que no trascendieron o a nadie le importó hacerlo; sólo verborrea estridente que difama y convierte al crítico en enemigo del pueblo o en un conservador.
Para legitimar y avalar su decisión, el gobierno organizó una grotesca simulación de consulta popular, en la que el número de participantes no rebasó el millón y medio, y en la cual se ubicaron más casillas de votación en estados como Veracruz, Chiapas y Tabasco.
Ha sido un éxito financiero y técnico el AIFA en comparación con el NAIM? Es probable que para el Ejército y los contratistas participantes ha sido muy, pero muy positivo, pero no para el país y su sociedad. No olvidemos que la construcción del segundo se financiaría por la iniciativa privada casi en su totalidad, y sólo un 10% (alrededor de 1 mil 300 millones de dólares) provendría del presupuesto público.
El presidente de la República anunció en octubre de 2019 que el costo máximo del AIFA sería de 75 mil millones de pesos; sin embargo, para diciembre de 2021, ascendió a 104 mil 531 millones de pesos, que con el monto de 11 mil 450 millones de pesos que se le asignaron en el presupuesto de 2022, la suma total llega a los 115 mil 981 millones de pesos.
Pero las cosas no paran ahí, porque a la cifra anterior hay que añadirle el costo de la cancelación del NAIM, que de acuerdo a la Auditoría Superior de la Federación, en un ajuste que tuvo que hacer ante la presión que AMLO le ejerció, es de 113,327 millones de pesos. Por lo tanto, el costo total a la fecha del AIFA es de alrededor de 229 mil 308 millones de pesos.
Pero todavía más indignante es lo siguiente: casi el 100 por ciento de los contratos de la obra en mención, ¡¡¡se asignaron sin licitación!!! esa decir, se otorgaron de forma directa o por invitación restringida a proveedores que fueron seleccionados por los mandos militares. Muchos de esos contratistas no tenían experiencia en el ramo, o no contaban con infraestructura o instalaciones. Esto es, parece que se crearon al vapor.
Dicen que no son como los de antes, !creo que son peores!
