“El gran impacto de la crisis de la Covid-19 ha llevado a afectar perceptiblemente las perspectivas económicas para este ejercicio. En el mejor de los escenarios que maneja el Govern de Catalunya, el PIB (todo lo que produce la comunidad en un año) descendería aproximadamente un 10% en este 2020 con una recuperación parcial del 7.7% el año próximo. Así lo estima el Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat)”.
“Así pues, la economía catalana ha pasado de ceder 5% en el primer trimestre, a desplomarse 21.7 % en el segundo y a caer otro 8,8 % en el tercero, todo ello por efecto de la pandemia de Covid-19”.
Pero eso son sólo cifras, son simplemente números que yo no entiendo y no logro imaginar los daños que ha causado. Pero de lo que si me he dado cuenta es que las Ramblas de Barcelona están vacías de turistas y no existe ese barullo constante que ocasionan. Una de las fuentes económicas más importantes de Cataluña son sus turistas, que atiborran los restaurantes, las tiendas, los museos, las rutas de Dalí, Miró, o Gaudí, los parques temáticos como Port Aventura o el Tibidabo, o sus encantadoras playas a lo largo de cuatrocientos kilómetros, o las ya famosas rutas del vino, y que dejan ganancias importantes anuales, sin mencionar que Cataluña recibe cerca de veinte millones de turistas al año e iba en ascenso.
Ya no encontramos esas estatuas vivientes que nos hacían reír o asustarnos cuando se movían, no, ya no son iguales las Ramblas; ahora sólo pasean los, ciudadanos, eso sí disfrutando de su ciudad vacía.
Los teatros y los cines vacíos, a veces con un treinta por ciento de su capacidad y que algunos gerentes prefieren cerrar porque no le sale a cuenta abrir. Los estadios deportivos sin público que los anime, taquillas cerradas y entradas de dinero en cero. En una entrevista a Leo Messi dijo que “Jugar en un campo de futbol vacío es horrible, es muy frío y feo. La sensación es muy mala. Viéndolo también debe ser aburrido y diferente”.
Esas tiendas de barrio de toda la vida que no han podido soportar los gastos que ocasionan sus negocios cerrados sin poder hacer caja o que deben seguir pagando los servicios y lo peor, los impuestos.
Esos bares y restaurantes que, depende como este la situación, les permiten abrir, o cerrar, o volver a abrir en un treinta por ciento, o volver a cerrar, o con horarios restrictivos que no les salen a cuenta, teniendo que despedir a su personal por no poder pagarles engrosando las filas del paro.
Ahora cuando sales a caminar o a dar un paseo para estirar las piernas y regresar antes del toque de queda y ves que las tiendas de ropa, o zapatos, o tiendas de deportes que conocías y en las que a veces entrabas a comprar o simplemente a curiosear, están con un letrero de venta o alquiler. Actualmente cientos de familias están a la deriva y no se ve un futuro claro, porque esto sigue y se irá muy lentamente, tardaremos en recuperar los puestos de trabajo, el nivel de vida y tal vez hasta la alegría.
Pero como dicen que la esperanza es lo último que se pierde “Catalunya, triomfant, tornarà a ser rica i plena! Endarrere aquesta gent tan ufana i tan superba! (Primera estrofa del himno Catalán)