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Fue un fin de semana hace ya algún tiempo que unos amigos nos quisieron invitar a unas ricas carnes asadas en uno de los pueblos mágicos del Estado de México donde tienen una hermosa casa de campo.

Al terminar la parrillada quisimos dar un paseito para poder digerir las ricas y abundantes viandas, y nos llevaron a conocer el centro del pueblo, Villa del Carbón.

Mientras íbamos con el coche subiendo por esa carretera estrecha y llena de curvas, mi cabeza en un segundo se transportó a los paisajes de las montañas que se encuentran al sur de mi ciudad natal, Salamanca. ¡Qué locura!, me dije, estoy a miles de kilómetros, no me parece sano estar buscando similitudes o diferencias continuamente entre una tierra y otra, no ha lugar. Y en ese instante volví a centrarme en la carretera y a disfrutar del paisaje sin pensar más allá que el mero observar y vivir la experiencia.  Pero, mi cabeza no dejaba de molestar viendo en ese paisaje lugares ya antes andados y conocidos, los encinos, madroños, sauces, helechos; el clima, fresco y seco. Y además estaba la palabra “carbón” en su nombre; el por qué me llamó la atención, porque Salamanca tenía como industria hasta hace poco hacer carbón, carbón vegetal del árbol de la encina.  Es tanto así que hay una tonada del cancionero de Salamanca ancestral, ahora canción para niños, que dice así: “cómo quieres que tenga la cara blanca, siendo carbonerito de Salamanca”.

Rematando la visita, me entero que la iglesia que preside la plaza tiene por nombre “Parroquia de nuestra señora de la Peña de Francia”. ¿Qué tiene de singular ese nombre?; es el topónimo utilizado para nombrar una de las montañas más altas de la sierra de Francia, al sur de la provincia de Salamanca, a su vez perteneciente al corredor montañoso del Sistema Central, una herida de este a oeste que recorre el centro de la península Ibérica.

Y es que este territorio al noroeste del Estado de México, fue de las primeras grandes asignaciones de tierras que hizo Hernán Cortés y les correspondieron a Juan de Cuevas y Jerónimo Ruiz de la Mota, ambos poseyeron casi todo el territorio de Jiquipilco, San Bartolo Morelos, Chapa de Mota y Villa del Carbón.

En el siglo XVIII en México había 1900 habitantes de la provincia de Salamanca ubicados en las serranías pertenecientes a los Otomíes, Xilotepec y Chapa de la Mota. Extraño y singular, ya que Castilla y León (donde está incluida Salamanca), nunca fue una de las regiones que exportaran migración a las Américas; siempre las regiones tradicionalmente migrantes fueron, Galicia, Asturias y Cantabria. Los Castellano-Leoneses fueron un porcentaje minúsculo y de entre ellos la mayor cantidad fueron gentes de León y Burgos, los de origen Salmantino se consideran como algo extraordinario en la historia de la emigración a México. Y como vemos, todos ellos se concentraron en una misma región y se dedicaron a lo mismo que hacían en su tierra , la explotación forestal y la ganadería, ( por eso el producir carbón).  Por necesidades expansivas del pastoreo, estas familias se encontraban muy alejadas unas de otras y sintieron la necesidad de ubicar un lugar de reunión, es ahí donde se crea la Congregación de Nuestra Señora Santa María de la Virgen de la Peña de Francia, pues esa virgen es una de las imágenes que traían en su haber estos españoles durante toda la travesía en alta mar y luego en su peregrinar por tierras mexicanas hasta que encontraron dónde establecerse. La fundación de la Parroquia fue concedida el 9 de diciembre de 1713 a 171 personas por el Virrey Fernando de Alencastre. En un toque romántico, quiero imaginar que la misma sensación de estar en lugar conocido que tuve yo al acercarme al Pueblo Villa del Carbón, la tuvieron esos humildes Salmantinos del siglo XVIII ganaderos y carboneros que, aunque maravillados desde que desembarcaron en estas tierras por su abundancia, el canto de los pájaros,  la vegetación; su espíritu les llevó a instalarse en un lugar dónde pudieran hacer el oficio que siempre habían realizado desde niños y dónde mirando las montañas pudieran sentirse como en su propia casa.