Ver para creer: desde mayo pasado, el Gobierno federal impulsó el programa Créditos a la Palabra, para ayudar a microempresarios a sobrellevar la crisis de la pandemia con un crédito de 25 mil pesos mensuales que serían depositados a una tarjeta de Bienestar.
La meta, era proporcionar este tipo de créditos a un millón de microempresarios a quienes se les daría 25 mil pesos y después ellos irían abonando, porque no era un recurso a fondo perdido, sino un préstamo corto.
Desde mayo que arrancó el programa federal, muchos de los beneficiarios reportan, como es el caso de Alejandro Varela Peralta que tiene una papelería en San Pablo Xochimehuacán, Puebla, que la tarjeta les llegó , en este caso, el pasado 25 de agosto, es decir tres meses después, pero llegó sin saldo, vacía.
Como él, 82 mil microempresarios del país recibieron tarjetas de Bienestar sin saldo, vacías, y denunciaron a medios nacionales que hasta el pasado 10 de diciembre no les habían depositado los 25 mil pesos, para solventar la crisis económica de esta pandemia del Coronavirus.
Fue un excelente trabajo de investigación de la reportera chiapaneca Fátima Monterrosa, que lo dio a conocer hace escasos días en el noticiero En Punto, con Denis Maerker. Por ella, la secretaría de Economía tuvo que reconocer que había 82 mil tarjetas vacías, sin saldo, porque se les terminó el dinero.
Es decir, de mayo a diciembre del presente año, en estos siete meses, más de 82 mil microempresarios, como el dueño poblano de la papelería estuvieron en una larga espera de estos ansiados 25 mil pesos que aún no llegan, y quien sabe si les depositen.
De hecho, aún están a la espera de estos 25 mil pesos, que no me lo crea, pero en lo personal yo creo que ya lo deben en rentas, mercancía, luz, agua o sueldos de una o dos ayudantes. Es decir, para estas fechas, estos miles de microempresarios ya quebraron.
En el caso de Puebla y Chiapas, da una tristeza ver la cantidad de cientos y cientos de locales cerrados que dicen: se renta, se vende, en donde antes había alguna tiendita, una papelería o alguna fonda y cocina económica.
Es una agonía larga la que han vivido estos microempresarios en los últimos ocho meses, no sólo por los efectos inclementes de esta pandemia global que a todas las economías de países ha afectado, sino por los efectos de los compromisos incumplidos de este programa federal del Crédito a la palabra.
Han pasado ya casi ocho meses en que las tarjetas de Bienestar están vacías, sin saldo, y en que muchos, pero muchos pequeños empresarios que sobrevivían de las ventas de la colonia o el barrio donde estaban situadas han tenido que despedir empleados y en casos extremos han tenido que bajar la cortina metálica para siempre.
Es cierto que no todo es culpa del gobierno federal, pero también es cierto que, si no van a ser capaces de cumplir promesas, si van a mentir con tarjetas sin saldo y si nadie se hace responsable a escasos días que finalice este año trágico del 2020, lo más justo es que la secretaría de economía brinde una disculpa pública.
Aunque a estas alturas, de poco o nada servirá a miles de microempresas que tuvieron que cerrar sus cortinas metálicas para siempre.
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