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Signos de adversidades en un año crucial

por | Dic 29, 2020

Llegamos al fin del año 2020 con la mirada expectante, asombrados por todo lo vivido en los últimos doce meses, como debe haberse sentido la humanidad el año 1945, al finalizar la Segunda Guerra Mundial luego de cinco años de una destrucción y mortandad inéditas. Se iniciaba una nueva era que permitió visualizar un mundo mejor con la derrota del imperialismo en su fase más brutal. Pronto se dio paso a la desilusión con el surgimiento de la Guerra Fría, desencadenada por el mismo factor causal histórico: la codicia de los ganadores.

Cabe recordar que hace un año esperábamos el inicio de una década más promisoria, cuando menos los mexicanos con el despegue de un nuevo régimen que prometía poner grilletes a la corrupción y sentar las bases de un sistema democrático como jamás lo ha habido en México. Doce meses después nos damos cuenta de que no será nada fácil llevar a cabo los cambios prometidos. Y no sólo por los efectos devastadores de la pandemia, sino por un factor con el que no contábamos: el freno que se autoimpuso el presidente López Obrador por un pragmatismo incomprensible.

Como consecuencia, en el 2021 nos esperan adversidades que se pudieron haber evitado, multiplicadas innecesariamente por ser un año electoral del que se aprovecharán los conservadores y oportunistas de toda laya, gracias a las omisiones o complicidades del partido en el gobierno auspiciadas por su propio fundador, el mismo que hoy ocupa la primera magistratura con el voto mayoritario en comicios transparentes por primera vez en la historia nacional. Esto se debe puntualizar para no perder de vista las causas de los problemas por venir.

Es fácil visualizar que será un año muy complicado en todos los aspectos, no sólo por Covid-19 sino por el oxígeno que recibió la cúpula neoliberal a lo largo del año, tanto la clase política como la élite empresarial, situación que será un firme obstáculo a la conformación de una clase política afín a los anhelos del pueblo, de cambios estructurales profundos y no sólo sacudimientos de las manzanas podridas.

El primer trimestre será un lapso dedicado a la propaganda sobre el combate a la pandemia, proceso que permitirá minimizar las consecuencias del trabajo legislativo favorable a los poderes fácticos, los cuales seguirán contando con amplias facilidades para seguir expoliando al pueblo, particularmente del sector financiero, de las industrias extractivas y los emporios trasnacionales de la comunicación y la innovación tecnológica. Sabremos que las reformas a las Afores, a las prerrogativas de la banca, al outsourcing no beneficiarán a las clases mayoritarias; confirmaremos que la educación pública y gratuita con visión progresista no será factible.

La cúpula empresarial arreciará sus presiones al ver que la fuerza política con la que llegó el presidente López Obrador entrará en declive por la falta de un partido con fuerza suficiente para neutralizar a una oposición que se incrustó, desde el inicio de sus tareas, en el interior de la organización partidista, nulificando las corrientes que habrían podido empujar eficazmente la consolidación de un régimen con visión de futuro y la fuerza necesaria para apuntalar la Cuarta Transformación (4T), tal como fue propuesta por el mandatario.

Lo más probable es que después de los comicios del 2021 Morena deje de ser el partido que pudo haber cambiado la correlación de fuerzas en favor de los cambios prometidos. Así se dará entrada a la era de las componendas cupulares, con los partidos como simples marionetas para cumplir los requisitos de una “democracia”, con el visto bueno de los súper poderes. La 4T se ajustará a la nueva realidad: la que impongan los magnates conforme a sus intereses coyunturales.

El presidente López Obrador seguirá en su papel de mediador entre los súper poderes y las presiones populares por una vida menos dramática. Esto en el mejor de los casos, pues se abrirán más expectativas a los conservadores para ejercer más presiones, sobre todo si el mandatario se cansa de una responsabilidad cada vez más desgastante por su estilo personal de gobernar de querer quedar bien con todos, lo cual históricamente es imposible. Ojalá nos equivoquemos, pero es difícil cuando se tiene un diagnóstico de las causas y efectos de una enfermedad.         

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