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Grandes remedios a iguales males, impensables

por | Nov 17, 2020

Este año será recordado como el parteaguas entre el fin de una época de dramático crecimiento de la desigualdad y el inicio de la “nueva normalidad” en que vivirán nuestros descendientes, conforme a lo planeado por los organismos globales que dirigen el rumbo del planeta. Muy pronto se nos está diluyendo a los mexicanos el sueño de un cambio esperanzador, al confirmar cada día que no hay condiciones para hacerlo realidad. Las cuatro décadas de férrea economía en favor de una acumulación depredadora, sin freno alguno, no se podrán revertir en un sexenio.

Esto hay que admitirlo para no seguir teniendo falsas expectativas, ni mucho menos esperar que las cosas cambien sin la voluntad expresa del Presidente López Obrador de actuar conforme al dicho que puntualiza la sentencia de que “a grandes males grandes remedios”. El mandatario llegó tarde a la cita con el destino, cuando no tiene ya la convicción reformista que alguna vez tuvo, ni la fortaleza necesaria que requiere una tarea reivindicadora como la que demanda nuestra dramática realidad.

La cúpula empresarial debe estar muy tranquila, sabedora de que sus intereses están a salvo, incluso bajo mejor resguardo en cuanto que no tendrá la monserga de vigilar a una burocracia súper corrupta que descuidó su principal responsabilidad gerencial de administrar el gobierno sin crear conflictos internos, situación que alarmó y disgustó a los grandes barones del dinero surgidos a la sombra del neoliberalismo. Eso se acabó, no más corrupción que mermaba sus ganancias, aunque tengan que pagar impuestos.

Los grandes remedios que reclama una población terriblemente agraviada no se darán, esto hay que aceptarlo para no sentirse defraudados más adelante. Las prioridades nacionales no toman en cuenta esos agravios, como lo demuestra la definición del Presupuesto de Egresos de la Federación para el año 2021, elaborado por la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados. Aprobó 6 billones 295 mil 736 millones de pesos, suma fantástica que se derrumba al saber que al pago de la deuda pública se destinarán 541 mil 94 millones, cifra que rebasa los presupuestos de educación y salud.

Más se derrumban los sueños al percatarnos que los pasivos heredados del pasado suman 12.1 billones de pesos. Tan sólo al rescate bancario (deuda privada que Ernesto Zedillo convirtió en pública) se destinarán 11 mil 245 millones, sin que tal cantidad disminuya el débito porque los intereses siguen subiendo como la inflación. Por eso es difícil afirmar que algún día podamos decir que México tendrá por fin un mejor futuro, no los mexicanos de a pie. Estos continuarán pagando las deudas usurarias del pasado.

Así como el Presidente López Obrador decidió evitar que Villahermosa se inundara totalmente, a cambio de que se afectaran tres municipios de población muy pobre, bajo el argumento de que la capital está densamente poblada, no así las regiones arrasadas por el desfogue de la presa Peñitas, de igual modo considera más conveniente dar facilidades y seguridad a los inversionistas, que apuntalar el crecimiento real del país con un gasto público orientado a reducir la desigualdad y así poder superar la pobreza generada por cuatro décadas de duro retroceso salarial y calidad de vida del pueblo.

Los hechos demuestran que para su gobierno la prioridad son los compromisos con los usureros de la banca internacional. Se podrá argumentar que no hay más alternativa, pues de otro modo los organismos internacionales se echarían encima del gobierno mexicano; con todo, a final de cuentas el fracaso de la Cuarta Transformación será más acelerado de continuar con los agravios del neoliberalismo a la población más pobre. ¿No es un compromiso del mandatario no fallarle al pueblo?

Sería muy lastimoso que de muy poco haya servido el voto masivo que llevó a Palacio Nacional al Presidente López Obrador, porque estaríamos condenados a sufrir mayores descalabros que los que nos hizo sufrir la mafia tecnocrática del régimen neoliberal. Ese voto nos lo cobraría muy caro la élite oligárquica por haber osado soñar en un cambio donde el pueblo tuviera garantías de una vida mejor. ¿Cuál sería entonces el paso a la historia del político tabasqueño?

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