La pandemia causada por el SARS-Cov2 puso al descubierto las fragilidades del mundo, que nos hacen ver que, de cara al futuro, debemos renunciar a la vieja ´normalidad´ de desigualdades e injusticias.
Hoy, después de muchos años de progreso, la pobreza y el hambre van en aumento, mientras el cambio climático no se detiene, y surge una fiebre nacionalista por la vacunación contra el coronavirus contraproducente que retrasará la recuperación mundial.
António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, dijo este lunes que “la pandemia ha aumentado las desigualdades entre los países y dentro de ellos. Covid-19 empuja al mundo al a peor recesión en décadas y causa sufrimiento desproporcionado entre los sectores más pobres y vulnerables de la población”.
Y mucha razón le asiste al funcionario del organismo multilateral, porque cada vez es más frecuente ver que los recursos para la protección social y los paquetes de estímulo -donde los hay- se quedan cortos.
Como en todas las crisis, los colectivos más afectados por los efectos económicos y sociales de Covid-19 son las mujeres, las niñas y los jóvenes.
Pero si bien la crisis derivada de la nueva enfermedad agudizó los problemas de la humanidad y de muchos gobiernos, no se puede culpar a la pandemia de todas las deficiencias sociales.
Por ello, Guterres ha insistido repetidamente en la necesidad de un cambio profundo en la gestión de la emergencia que, además, conduzca a un nuevo orden mundial.
El dirigente de la ONU ha vuelto a insistir en que “las vacunas ya están aquí y deben ser un bien público mundial, disponible para todos, en todas partes”.
Sin embargo, también hizo notar que “la fiebre nacionalista de vacunación es contraproducente y retrasará la recuperación global”.
Guterres pugnó nuevamente por un mayor apoyo de los países desarrollados, las instituciones financieras internacionales y los bancos de desarrollo para las naciones más pobres.
“La recuperación de la pandemia es una oportunidad para cambiar de rumbo, y con políticas inteligentes e inversiones adecuadas, el mundo puede trazar un camino que haga accesible la salud para todos, además de revitalizar las economías y generar resiliencia”.
Ahora los gobiernos deben contar con los recursos suficientes para vacunar a la población, al tiempo que para invertir en la creación de empleos sustentables, verdes, alejándose cada vez más de los combustibles fósiles, y hacer que la educación y las empresas vuelvan a encaminarse, pero esta vez con enfoques más ecológicos.
Para logarlo, el poder, los recursos y las oportunidades deben compartirse de manera más equitativa, por lo cual el año 2021 debe ser un punto de inflexión para la naturaleza y para la humanidad.
Veremos cuántos gobiernos son capaces de actuar solidariamente… y también cuántos utilizan la crisis egoístamente.
