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México, en franco retroceso ambiental

por | Dic 18, 2020

México ha perdido el liderazgo mundial que alguna vez tuvo en materia ambiental. Lejos quedaron los tiempos en que su legislación era ejemplo a seguir, en que propuso y obtuvo crear el Fondo Verde y era una voz autorizada. Hoy da pena: pasó del lugar 2 al 58 en generación de energías no renovables, no participa en las cumbres climáticas y su presidente no sabe qué significa la resiliencia ni entiende lo que dicen los líderes del G20.

Patricia Espinosa, excanciller mexicana y secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC), se convirtió en una rara avis mexicana en la lucha contra el calentamiento global, donde una vez sí y otra también pide a los gobiernos del mundo aumentar su ambición en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1.5 grados Celsius.

El fin de semana se realizó la Cumbre de Ambición Climática, donde más de 70 países se comprometieron a aumentar sus reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero y a llegar a emisiones cero en plazos comprendidos entre 2030 y 2050, al dejar de utilizar combustibles fósiles y apostar por las energías renovables. Por supuesto, el Gobierno mexicano no asistió ni, mucho menos, hizo pronunciamiento alguno, a pesar de ser el mayor contaminador de América Latina.

Por el contrario, en lo interno, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) anuncia un Plan de Negocios, que “…implica solamente la construcción (si es que las concluyen con éxito) de seis centrales de ciclo combinado y aeroderivadas, o sea, solo plantas basadas en combustibles. Entonces, ¿pueden estas plantas bajar las emisiones de CFE? Es posible, pero sí y solo si usan la capacidad de las centrales nuevas para sustituir a las viejas centrales de carbón, diésel y combustóleo que sigue operando CFE. Sin embargo, es posible que no haya forma de satisfacer la demanda con la sustitución, por lo que parece que seguirán usando las viejas plantas, con lo que las nuevas sólo agregan más emisiones”.

“En resumen, el Estado mexicano, mediante su empresa, no abonará ni el diez por ciento de la capacidad necesaria para cumplir con el Acuerdo de París… Si consideramos que el cambio climático es el reto ambiental más importante que tenemos como especie, esto quiere decir que por decisión del gobierno mexicano, México renuncia de facto a cumplir con sus compromisos.

Hay que ser claros: decidir alejarse de París es una decisión soberana del Estado mexicano… por decisión ideológica y la seguridad de la impunidad que significa no cumplir con las obligaciones legales y constitucionales”. (Víctor F. Ramírez Cabrera, Plataforma México Clima y Energía / https://www.conexiones365.com/nota/mirec/mercado-electrico/anuncio-no-cumplir-con-ley / Consultado el 14/12/2020 a las 15:09 horas).

De regreso a la Cumbre de Ambición Climática, se planteó reiteradamente la posibilidad de crear un impuesto al carbono, que ayudaría a combatir el calentamiento global e impulsaría la reconversión tecnológica de las industrias, al penalizar las actividades que se basen en el uso del carbón o el combustóleo, deforesten y generen grandes emisiones de gases de efecto invernadero.

Los principales contaminadores en México son la agricultura, la pesca, el sector eléctrico (Comisión Federal de Electricidad) y el transporte. La industria eléctrica mexicana ha regresado al uso de carbón y combustóleo para generar electricidad, dejando de lado las energías limpias.

Por supuesto que en el México actual es casi imposible que se establezca, porque el impuesto al carbono es una medida impopular y tenemos un gobierno que atropella la legislación y genera infraestructura sin cumplir los lineamientos establecidos, como las manifestaciones de impacto ambiental en sus megaproyectos, con lo cual crea “cuellos de botella» que frenan los cambios para resolver la crisis ambiental.

Se olvida que la política ambiental debe basarse en la Constitución y, principalmente, en el Artículo 27, así como en los convenios internacionales que el país ha firmado y ratificado, como el Acuerdo de París.

De pena.

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