Durante la década de los 80 y 90, Nicolas Cage se hizo de un gran prestigio en la llamada meca del cine, así lo comprobaban cintas como ‘Raising Arizona’, ‘Hechizo de luna’, ‘Salvaje de Corazón’, ‘Contracara’, ‘La Roca’ y no podemos dejar de mencionar ‘Adiós a Las Vegas’, por la que ganó el Oscar a mejor actor.
Posterior a esta década, el histrión ha hecho películas que se inclinan a los blockbusters, salvo ‘El ladrón de orquídeas’, la cual le valió una postulación al Oscar, y una que otra cinta más como ‘El señor de la guerra’ o ‘Mamá y papá’, pero durante el nuevo siglo las cintas en las que participa, la mayoría, han sido sinónimo de churros o pésimas sin llegar a los alcances de las décadas antes mencionadas. Sus divorcios o sus deudas han sido lo más destacado, dejando a un lado sus alcances como actor.
Haciendo una fusión entre el pasado y lo actual, además de su método chamánico de actuación, del cual jura ser el creador es como se aprovechan estos elementos para presentar ‘El peso del talento’. En ella, y haciendo una especia de meta comedia, Nicolas Cage representa una versión de él mismo, en la que se ve agobiado por la falta de un buen papel en el cine, incluso está al borde del retiro. Aunado a ello, la relación con su hija no es la mejor, al igual que sus finanzas. En medio de este panorama, decide acudir a una fiesta de cumpleaños de un multimillonario español, Javi, con el que entabla una extraña pero entrañable amistad, pero las apariencias engañan y es reclutado por la CIA y el gobierno de Estados Unidos para obtener información de este extraño sujeto.
Las referencias a la filmografía de Cage saltan a la luz, los que sean fans lo van a disfrutar, pero también los que no se pueden salpicar con los diálogos y las situaciones presentadas. Cage se presta a las burlas, a las parodias, incluso a ser visto bajo la lupa del ego que todo actor, o la mayoría, han de poseer luego de probar las mieles del éxito. En algunas situaciones se llega a regodear más de la cuenta y puede parecer excesiva y a veces sin rumbo, pero sin lugar a dudas es de lo mejor que el sobrino de Francis Ford Coppola ha presentado en los últimos años. Otro de los elementos destacables es la presencia de Pedro Pascal, con quien se forma un bromance que sostiene al filme y le da vitalidad. En resumen, es un vehículo para celebrar la vida y obra de Cage de manera cómica y recordarnos que el actor tiene una gran categoría, pese a sus malas decisiones fílmicas recientes. Además, y no está de más, nos recuerda que Paddington 2 es una gran película.
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