Los recuerdos continúan para todos aquellos que estuvieron presentes en aquel 22 de abril de 1992, en donde las calles de uno de los barrios más populares de la ciudad de Guadalajara explotaran a causa de una fuga de gas que dejó más de 200 personas fallecidas.
“Nos cambió la vida, fue radical, de 360 grados, perdimos familiares, vecinos. Un día antes olía mucho a gasolina, se oía cómo chillaban las ratas del caño (tubería) queriendo salir, salían muchas cucarachas, le hablamos a los bomberos y nos decían que estaba todo bien, que no pasaba nada” recordó Patricia Huerta, una de las sobrevivientes a la explosión.
De acuerdo con el reporte de las autoridades, el derrame de la gasolina que llegó al sistema de alcantarillado del sector Reforma de la ciudad generó la concentración de gases inflamables que no pudieron dispersarse y provocaron la explosión del colector de la zona.
Las explosiones marcaron hendiduras de hasta cinco metros de profundidad a lo largo de ocho kilómetros, dañando alrededor de 1,142 viviendas y negocios, tragándose a cientos de personas, coches, viviendas y postes de luz.
El gobierno mexicano declaró que el saldo final fue de 212 personas muertas, 69 desaparecidas y 1,800 heridos, aunque los sobrevivientes al acontecimiento afirman que esas cifras no son ni la mitad de las que en realidad sucedieron.
Después de tres décadas los sobrevivientes prefieren no recordar lo sucedido, especialmente porque en ningún momento recibieron ayuda de ningún tipo.
«Eso no se olvida, es una experiencia que se metió en el alma, vimos cosas muy fuertes, tuvimos pérdida humana de un ser querido, de vecinos, de bebés, aunque quieras olvidar ahí está el recuerdo” habló Patricia Huerta.
En los últimos años el colectivo de las víctimas de las explosiones han exigido al gobierno que cumpla con las terapias de rehabilitación y tratamientos requeridos, además de ayuda para los que no han podido recuperar su casa.
Te puede interesar: Puebla en la cima y Guadalajara en el fondo
SCP
