El día de hoy, 26 de mayo, Siria celebró sus elecciones presidenciales, lo que desató una oleada de rechazo por parte de varios países, como Estados Unidos, Alemania, Francia , Italia y Reino Unido, los cuales no recocerán los resultados. Además, existe la desvinculación de la Organización Naciones Unidas (ONU) por considerar que no forman parte del plan de paz del 2015.
Se espera que el actual presidente, Bachar al Asad, salga reelegido por tercera vez, pues sólo dos candidatos desconocidos por la población lo desafían. Los opositores son el exministro y parlamentario Abdallah Sallum y un miembro de la oposición tolerada por el poder Mahmud Marei.
Hasta el momento, más de 18 millones de sirios fueron llamados a las urnas para validar el mandato de presidente durante otros siete años. Por su parte, el Gobierno sirio afirma que estas elecciones presidenciales muestran que “el país funciona con normalidad” a pesar de tener una década en guerra.
Antes de la jornada, más de 12 mil 100 colegios electorales fueron habilitados; las urnas se abrieron de las 7:00 a las 19:00 horas locales. Poco antes del cierre establecido, el Comité Judicial Supremo para las Elecciones anunció que las votaciones se prolongarán cinco horas más debido a la “fuerte afluencia de votantes”, de acuerdo con la agencia oficial de noticias siria, SANA.
Por su parte, Bachar al Asad defendió la legitimidad de los comicios desde Douma, pues sus habitantes votaron por primera vez desde el comienzo del conflicto en 2011, a que la localidad no había sido aún liberada por Damasco cuando se celebraron las elecciones de 2014. Incluso, el presidente Bashar Al Assad y su esposa Asmaa Al Assad votaron en las elecciones presidenciales en esta ciudad.
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En contraste, millones de sirios se quedaron fuera del proceso en la provincia noroccidental de Idlib y algunas áreas rurales de la vecina Alepo, ya que estos son los únicos territorios en donde los grupos opositores, apoyados por Turquía y facciones islamistas, tienen poder.
En la capital de la primera provincia, se concentraron cientos de manifestantes para exponer su rechazo a los comicios y al gobierno de Al Asad con pancartas que decían “El pueblo quiere derrocar al régimen” y “No hay legitimidad para Al Asad”.
Esto demuestra que, aunque el país se encuentra fragmentado, los pocos frentes de batalla estén parados y la pandemia por COVID-19, el gobierno decidió organizar las elecciones y en “relativa calma” desde el estallido de la revuelta en 2011.
MAEP.
