A un año de que el talibán recobrara el poder en Afganistán, Kabul, la capital del país asiático, enfrenta otra guerra en su interior, una que parece no tener fin: el consumo de opio.
Ya es por todos conocido que Afganistán es el principal productor de opio a nivel mundial y que la misma planta financió en retorno del talibán al poder, pero la misma facilidad con la que se pueden conseguir drogas en el país, hoy tiene a Kabul contra las cuerdas para erradicar la crisis de consumo de heroína.
En un recorrido realizado por el fotógrafo de AP, Ebrahim Noroozi, la realidad de cientos de hombres en Kabul queda al descubierto. El escenario es el puente de Pul-e-Shukta, lo más parecido a un viaje a la muerte sin retorno.
Y es que tras 20 años de guerras internas, cientos de hombres han encontrado en las drogas un refugio o un escape de la realidad, principalmente la que se obtiene del opio, la heroína.
Sin embargo, la situación no es fácil, pues apenas se llevan a cabo redadas y detenciones para llevar a los drogadictos a campos de internamiento, política que heredó el talibán del gobierno derrocado, el puente y otros lugares, cientos de drogadictos vuelven.
Por otra parte, otros tantos han sido llevados al Hospital Médico Avicena para el Tratamiento de Drogas.
Empero, los campos son también otro problema, ya que apenas si tienen fondos para subsistir; la comida solo alcanza para alimentar a quienes fueron recluidos, pero el tratamiento contra la adicción, ese que es necesario para combatir también la abstinencia, ese no está entre los gastos.
De acuerdo con un reporte de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) muchos afganos consumen drogas a manera de automedicación para enfrentar la realidad de su vida.
“Sin embargo, en lugar de aliviar el dolor, el uso de opiáceos está causando una miseria aún mayor: crea problemas de comportamiento, sociales y de salud, delincuencia, accidentes».
UNO-DC.
La UNODC señala que el problema está lejos de terminarse, ya que en su reporte señala que cerca del 50 por ciento de los consumidores de heroína son padres y éstos se la dan a sus hijos, por lo que el problema se perpetúa de generación en generación.
La crisis por consumo de heroína se da en un momento especialmente delicado, ya que a un año del retorno del talibán, hay una grave crisis de pobreza y escasez alimentaria.
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Aunado a lo anterior, los reportes de la ONU indican que el 2021 fue el quinto año consecutivo en el que la cosecha de opio alcanzó sus máximos históricos al sobrepasar las 6 mil toneladas, mismas que podrían generar hasta 320 toneladas de heroína pura, y por consecuencia, droga para traficar en los mercados consumidores en todo el mundo.
AM
