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Efectos de las sanciones impuestas a Rusia por la invasión

por | Mar 2, 2022

Además de la tragedia humana –y de la amenaza de arrasar con el país– que se derivan de la invasión rusa a Ucrania, la guerra tiene efectos económicos que no pueden ser ignorados. Destaco dos distintos niveles: la afectación de las exportaciones rusas de gas y petróleo hacia Europa, que suman hasta cerca del 70% de sus exportaciones de energía, principalmente a Holanda, Alemania, Polonia y Bielorrusia. Y en segundo lugar por la suspensión de las exportaciones de materias primas de Rusia y de Ucrania que serán afectadas por la guerra: trigo, papas, aceite de girasol, metales como aluminio, níquel, paladio y titanio, y productos industriales que se fabricaban en Ucrania.

La guerra ocurre en un momento complejo para la economía mundial, por los efectos del COVID, que durante un año y medio han afectado las cadenas internacionales de producción y generaron la inflación más elevada en mucho tiempo, de alrededor del 7% en Estados Unidos y Europa. Ya antes de la invasión, el precio del barril de petróleo había ya rebasado los $100 dólares. Ahora subirá aún más, aunque se pueden esperar esfuerzos internacionales para incrementar la producción mundial y estabilizar los mercados.

En lo que se refiere a las sanciones internacionales contra Rusia, de lejos la más relevante es el congelamiento de los fondos del Banco de Rusia en las instituciones financieras de Occidente. Según al analista Patrick Boyle (cuya página puede ser consultada en You Tube), del total de las reservas internacionales de Rusia, de 640 mil millones de dólares (mmd), el 23% están en oro en Rusia, otro 14% está en China a salvo de sanciones. El resto está en distintos bancos del mundo, aproximadamente 400 mmd que han sido congeladas.

Rusia podría entonces disponer de 240 mmd (aunque sería irracional vender reservas de oro para financiar una guerra ofensiva). Según Boyle, la guerra le cuesta al señor Putin 20 mmd diarios (cifra difícil de estimar). Estas medidas someten al sistema financiero ruso a una presión considerable. Su banco central no podrá apuntalar al rublo, y tampoco podrán apoyar a sus propios bancos, que enfrentan una corrida de sus depositantes al anunciarse el 28 de febrero una devaluación del rublo de 25%.

Para defender a su moneda, las autoridades subieron las tasas de interés de 9.5 hasta un 20%, buscando que los poseedores de rublos no salgan corriendo para tratar de convertirlos en otras divisas (incluyendo las criptomonedas, no reguladas por los sistemas bancarios del mundo). También impusieron prohibiciones para sacar rublos y divisas de Rusia.

La devaluación del rublo afecta ante todo a los ciudadanos rusos, que tienen sus ahorros en esa moneda, y además generará una fuerte inflación interna. Por cierto, las tasas elevadas de interés prácticamente detienen el crecimiento de un país, cuyos inversionistas dejan de invertir en su aparato productivo, generando con ello desempleo.

Todo esto tendrá efectos imprevisibles en los mercados mundiales, por ejemplo, elevando la demanda de oro y de bonos del gobierno de los Estados Unidos.

En segundo lugar, las sanciones contra Rusia incluyen sacar al 75% de sus bancos del sistema Swift (Society for Worldwide International Financial Communications). Se trata de un sistema de comunicación que utilizan cerca de once mil bancos del mundo para enviar instrucciones de pagos internacionales. Conviene aclarar que el Swift no es el mecanismo que lleva a cabo las transacciones de dinero, las que se hacen por otro sistema llamado Real Time Gross Settlement (RTGS). Incluso sin Swift, las comunicaciones entre los bancos se pueden seguir haciendo por teléfono, por E mail o por fax, si bien de forma más lenta y más cara.

¿Por qué se dejó que algunos de los bancos en Rusia permanecieran en el Swift? Se especula que se dejó fuera de la sanción a los bancos internacionales, principalmente europeos (y chinos) que desde Rusia controlan las transacciones vinculadas a las exportaciones de gas y petróleo a Europa. Además, los bancos europeos basados en Rusia poseen depósitos de ciudadanos y de empresas rusas, y reciben los pagos de la deuda rusa con Occidente, tanto de los mismos privados como del gobierno. 

No está en el interés de Europa ni de los Estados Unidos detener las ventas de energéticos y desequilibrar aún más los mercados internacionales. Aun así, es probable que las exportaciones rusas de gas y petróleo a Europa sean afectadas: lo serán mucho más si se amplía la violencia destructiva contra Ucrania.

La economía rusa es la onceava del mundo. De un plumazo, las decisiones de Putin han puesto en peligro todas sus relaciones económicas y financieras con Occidente construidas durante treinta años: por ejemplo la presencia en Rusia de armadoras europeas que fabrican autos y camiones. Han afectado también el valor de su moneda, los ahorros de los rusos y derrumbado su mercado de valores.

Pero a los dictadores no les interesa la salud de sus economías ni el nivel de vida de sus ciudadanos, hecho que se ha visto repetidamente en la historia mundial. Lo único que les interesa es su propio poder.

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