La crisis económica doméstica y global provocó el encarecimiento de los alimentos, lo que derivó un incrementó notable en las llamadas «filas de hambre», aún más después del Covid-19.
Por ello, dos y medio millones de habitantes se ven en la necesidad de formarse durante horas en los distintos puntos de España, como lo es frente a las iglesias, organizaciones, Cruz Roja y Cáritas, para poder recibir alimentos de manera gratuita.
Por su parte, el Instituto Nacional de Estadísticas de España, aseguró que la inflación anual se situó en septiembre pasado en nueve por ciento, productos de la canasta básica familiar como la leche, huevos y aceite han sufrido alzas de más de 20 por ciento, en comparación con los precios de 2021.
Por lo que, el perfil de los ciudadanos que acude al Banco de Alimentos es muy variado, pues se encuentran españoles que se han quedado sin trabajo, o bien, que están en la economía sumergida, así como extranjeros procedentes de América Latina, como ecuatorianos, dominicanos, peruanos, venezolanos, además de ucranianos que ahora se suman, tras abandonar su país por la guerra.
Además, es importante mencionar, que un 40 por ciento de los latinoamericanos que necesitan alimentos de la beneficencia están titulados, pero la dificultad de homologar sus estudios les roba posibilidades de encontrar un empleo.
Por lo tanto, el Banco de Alimentos apela a la generosidad de las entidades públicas ante el descenso de 40 por ciento de donaciones de la gente desde el pasado verano, que también están ahorrando en lo que pueden.
«Con los precios disparados a mucha gente ya no le alcanza el dinero para satisfacer las necesidades de una familia y alimentarla tres veces al día».
Alerta de crisis
En la Región de Madrid, habitan seis millones de personas y se sirven 187 mil comidas al día. Hay cabezas de familia y amas de casa que antes pertenecían a la clase media y debido a contratiempos se han visto empujados a hacer la cola en el Banco de Alimentos o centros de beneficencia.
En general España cuenta con 11 millones de personas de una población de 47 millones de habitantes, que con el salario básico, han perdido un significativo poder adquisitivo por el imparable incremento de precios de la canasta básica y de la energía.
Por ello, en la actualidad, millones de hogares en España y Europa se enfrentan a la encrucijada de comer o calentar la vivienda este otoño cuando venga el frío. La electricidad y el gas nunca habían costado tanto, mientras que el corte de abastecimiento energético por parte de Rusia a la Unión Europea ha sido la puntilla.
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MAO
