El general Kenneth McKenzie, Jefe del Mando Central de Estados Unidos, declaró este 17 de septiembre que el ataque con dron que las fuerzas norteamericanas realizaron en Kabul el 29 de agosto “fue un error” que le costó la vida a 10 civiles, entre ellos, siete menores de edad.
“Además, ahora estimamos que es poco probable que el vehículo y los fallecidos estuvieran asociados con el ISIS-K, o representaran una amenaza directa para las fuerzas estadounidenses”, agregó al referirse al Estado Islámico del Gran Jorasán, la facción afgana del EI.
Cabe recordar que desde en un inicio, los militares estadounidenses declararon que su ataque iba dirigido contra un coche bomba de los terroristas del ISIS-K y provocó potentes detonaciones debido a la presencia de una gran cantidad de explosivos dentro del vehículo.
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Por su parte, Mark Milley, Presidente del Estado Mayor Conjunto, apuntó que “en un entorno dinámico de un alto grado de amenaza, lo comandantes sobre el terreno tenían la autoridad apropiada y tenían una certeza razonable de que el blanco era válido” y que solo un análisis posterior del ataque les permitió concluir que mataron civiles.
Asimismo, el Secretario de Defensa, Lloyd Austin, expresó sus condolencias, y que la persona dueña del supuesto auto bomba no tenía ninguna relación con los talibanes, por lo que reconoció su error.
«Sabemos que no había ninguna conexión entre el señor Ahmadi y el Estado Islámico del Gran Jorasán, que sus actividades aquel día eran completamente inofensivas y de ninguna manera relacionadas con la inminente amenaza que creíamos que estábamos afrontando», declaró
El coche alcanzado por un misil norteamericano Hellfire le pertenecía a Zemerai Ahmadi, de 37 años, que acababa de llegar a su casa. Personas cercanas a él declararon que había trabajado para los estadounidenses y tenía la intención de salir de Afganistán por miedo a los talibanes.