Por Dacia E. Morales
En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, muchas mujeres se encuentran inmersas en su entorno porque hay una necesidad de cambio urgente. Es por esta razón que elegimos manifestarnos, apropiarnos de los espacios y alzar la voz en unísono, porque la violencia, la desigualdad, los feminicidios, los estereotipos negativos y demás, nos invaden mientras vamos construyendo nuestra memoria histórica, porque las mujeres ¡No olvidamos!
El lema mundial del 2022, propuesto por la ONU Mujeres: Igualdad de género hoy para un mañana sostenible, muestra esta problemática de la cual se ha hablado desde hace ya muchos años. El desarrollo sostenible ha estado presente en diferentes aspectos de la vida y su significado se encuentra en constante cambio dependiendo del contexto y sin lugar a duda la perspectiva de género no quedaría exenta de esto.
Para comprender lo sostenible en esta visión, es importante posicionarnos con una mirada de crecimiento. Lo sostenible se entiende como el proceso para cubrir las necesidades de las personas comprendiendo su desarrollo económico, social, emocional y con el medio ambiente en búsqueda de la plenitud y equilibrio sin comprometer las expectativas de las generaciones futuras.
¿Qué es necesario para que exista un futuro sostenible?
El planteamiento que desde el 2018 nos ofreció la ONU en su publicación Hacer las promesas realidad: la igualdad de Género en la agenda 2030, abre camino para debates que se desplazan a lo largo del mundo y por el territorio nacional donde podemos observar cómo las colectivas aquí en México discuten y le añaden sus preocupaciones y acciones encaminadas a levantar la voz buscando justicia.
Siguiendo el camino de la sostenibilidad, este organismo invita a centrarse en los derechos humanos universales y priorizar las necesidades de los sectores más vulnerables, haciendo énfasis en la imagen de las mujeres y analizando cómo es que, sin importar sus edades, ellas viven rodeadas de desigualdad, desde sus labores del hogar, el tiempo invertido en actividades que les quitan la oportunidad de desarrollarse, hasta las complicaciones por satisfacer sus necesidades básicas, como el acceso a los servicios de salud reproductiva.
Las calles de las ciudades se inundan de voces en eco de justicia que traspasan los grandes muros donde marchan las mujeres organizadas en sus colectivas adoptando y creando lemas para exigir que se respeten sus derechos, para que cese la violencia, para demandar las condiciones laborales y la lista parece infinita mientras se tiene la esperanza de que un día esta lucha nos traiga cambios.
