Del papel a la pantalla grande, La Puerta Secreta llegó a los cines para traer una historia llena de fantasía
La literatura fantástica sigue siendo material para el cine, así lo comprueba la obra de Tom Holt, cuya saga consta de siete libros y ahora se asoma la obra homónima convertida en cinta La Puerta Secreta. Paul Carpenter y Sophie Pettingel, son dos jóvenes recién contratados por J.W. Wells & Co, una misteriosa empresa londinense de la cual desconocen muchas cosas de la misma y donde sus jefes no son lo que aparentan.
En medio de labores que parecen absurdas, Humphrey Wells, persuade al joven Paul para que busque el objeto más poderoso y codiciado del mundo: la puerta secreta. Esa oscura y peligrosa misión lleva a Paul a adentrarse en un sinfín de lugares increíbles.
‘Grosso modo‘, bajo estas líneas se desarrolla una travesía que se alarga innecesariamente en situaciones que pudieron ser más concretas; hay personajes que no se desarrollan y su presencia no lleva a ningún lado. La atmósfera se va tornando oscura y los efectos son deslucidos, por lo que parece una cinta ochentera.
Se destaca la presencia de Christoph Waltz y Sam Neill, quienes mantienen a flote la película con la comicidad impregnada. El diseño de producción tiene encanto y efervescencia y, aunque hay duendes, magia, villanos y ciertas aventuras, la historia pierde la brújula y no termina de ser mágica.
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