Un pequeño fragmento de la obra de Bram Stocker, en específico el capítulo del Captain’s Log, de la clásica novela Drácula de 1897, es la espina dorsal para que este mítico personaje vuelva a hacer de las suyas y a chupar la sangre en Drácula mar de sangre.
André Øvredal, cineasta sueco de cintas como La morgue o Trollhunter, de nueva cuenta vuelve a explorar el terror con una historia desarrollada a bordo de una embarcación rusa, de nombre Demeter, la cual lleva un cargamento privado, caracterizado por más de veinte cajas sin marcar, cuyo trayecto va desde Rumania a Londres. En medio de la noche, la cinta atestigua cómo fue que la tripulación desapareció poco a poco, el mal está a bordo.
Con guiños a Alien, el octavo pasajero, la cinta teje la zozobra al desconocer lo que se oculta en el barco, poco a poco la criatura va mostrando su fisonomía, la cual obedece al arquetipo de la maldad y sus matanzas se devanean con crueldad y visceralidad, pero no va más allá. El cineasta no abre la oportunidad del todo para ondearse por la sustancia del personaje maligno y de su tripulación, caracterizada por tener a segregados sociales y minorías.
Apoyada por Guillermo del Toro y por Stephen King, dos referentes del terror y del cine fantástico, la cinta cuenta con una fórmula de suspenso y terror, los cuales son reforzados por unos efectos bien logrados en ordenador, se sabe que todos morirán, pero lo artesanal viene en el cómo.
Un buen momento es lo que ofrece la marea de esta cinta, pero el barco no cruza por mares poco explorados dentro del género, es decorosa, si le va bien en taquilla podría tener una secuela, es entretenida, pero no es tan sublime como para coagular la sangre para la posteridad.
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